Por Lizbeth De La Cruz
El tema crimen de estado no deja de ser una conversación en nuestras comunida- des. Basta sólo con sintonizar su noticiero local o leer su periódico de preferencia para informarse de los acontecimientos de violencia llevados a cabo por parte de un gobierno contra sus habitantes. En específico, las atrocidades ejecutadas con- tra aquellos que no concuerdan con los ideales del estado u que de alguna manera se rebelan contra las injusticias sociales.
Durante 1973 hasta 1990 Chile fue gobernado por los militares, en lo que es más conocido como la dictadura de Augusto Pinochet. Recorriendo la historia política de Latinoamérica, al igual que los gobiernos militares en Argentina, Brasil y Uruguay, la tortura sistemática en los adversarios políticos del estado se aplicó en Chile.
El golpe de estado de Septiembre 11, 1973 puso fin al gobierno de la Unidad Popular del presidente socialista Salvador Allende y puso en marcha una represión
brutal. Durante el periodo de la dictadura,
según el Informe Rettig de 1991, el saldo fue un gran número de víctimas. Según cifras oficiales, durante la dictadura se cuentan 3,196 desaparecidos y ejecutados y un estimado de 27,255 prisioneros polí- ticos y torturados.
Hernán Valdés en su diario Tejas Verdes, Diario de un Campo de Concentra- ción en Chile (1974) y Claudio Durán Pardo en la Autobiografía de un ex-jugador de Ajedrez (2003) exponen la cruda realidad de lo que implica ser un agente consciente dentro de un marco político construido bajo la represión y el silencio. Ambos utilizan sus experiencias personales, aferrándose a la memoria de su estadía en campos de concentración como presos políticos durante la dictadura de Pino- chet. El propósito común, exponer y dar testimonio a voces colectivas que de una manera o otra fueron silenciadas por el gobierno en poder durante el tiempo que los hechos se llevaron acabo.
La lectura de ambos textos tes- timoniales, bajo el lente de la memoria,
se expone la historia reciente de Chile en
un encuentro con un pasado voluntaria- mente olvidado por algunos y la historia oficial. Por un lado el concepto del valor de la memoria y la escritura misma de ella; la ruptura del silencio por parte de los reprimidos. Por el otro, el deseo de salir adelante bajo el gobierno democrá- tico electo y echar andar una economía estable.
Valdés y Durán Pardo son agen- tes de la memoria que preservan la histo- ria subversiva del lado oscuro del régimen militar. Son sus experiencias y el acto de la expresión subversiva al discurso oficial que desenmascaran la narración y memoria construida y manipulada por la dictadura que se yuxtapone a una realidad latente que vive y existe dentro de la comunidad de los que alzan la voz y no cesan de clamar justicia.
Es recomendado la lectura de ambos textos para hacer conexiones con nuestra realidad actual y los hechos que se están llevando a cabo en países al sur de Estados Unidos. No hay que olvidarnos
de nuestros compañeros de Ayotzinapa y
del esfuerzo colectivo de varias organiza- ciones que aportan su apoyo para no dejar este episodio de la historia Mexicana en el olvido.
Comparto unas palabras de espe- ranza de mi autoría,
La memoria nos rescata y salva
en donde vive la memoria, permanece la vida
la vida se refleja en la historia la historia,
ella depende de nosotros.
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Lizbeth De La Cruz es un estudiante de Fresno State inscrito en el programa de maestría en español y actualmente es el editor en jefe del suplemento étnica del Collegian La Voz de Aztlán. De La Cruz también está involucrado en el diseño y la edición de la Revista Literaria Austral en Fresno State, una revista bilingüe dirigida por el estudiante. Póngase en contacto c a en chivaliz604@mail.fresnostate.edu.