(Nota del editor: el 3 de marzo es el Día Mundial del Libro, un evento anual organizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) para promover la lectura, la publicación y los derechos de autor. Esta fecha es ahora más importante que nunca debido a la presión de fanáticos de la derecha para prohibir libros en nuestras escuelas que consideran “peligrosos”, lo que significa libros que podrían educar a nuestra juventud).
La primera vez que entré en una biblioteca, era una niña de 7 años completamente maravillada preguntándome por qué la Biblioteca Pública de San Bernardino albergaba libros, animales y un jardín bajo un mismo techo. En ese momento, no era obvio que la biblioteca tuviera un propósito mayor que los juegos de computadora y las chinchillas salvajes en jaulas. Años después, cuando firmé mi propio nombre en mi nueva tarjeta de biblioteca en la sucursal de Fig Garden, en Fresno, el impacto aún pasó desapercibido. Desde concursos de poesía y talleres de helados caseros, hasta ferias de empleo y vehículos activados por WI-FI, las comunidades y los políticos no se dan cuenta de la importancia de las bibliotecas. A pesar de esto, las bibliotecas son pilares de nuestras comunidades como un recurso valioso y como nuestros mayores defensores.
Mis años de escuela media guardan mis recuerdos favoritos, y no es una coincidencia que esos años los pasé en la biblioteca de la escuela. Todos los días tomaba mi almuerzo, cargaba mi pesada mochila de la clase y me iba caminando directamente a la biblioteca.
Lo que me dio la confianza para buscar los innumerables títulos y compartir descaradamente mi poesía en la clase de inglés fue el apoyo de la bibliotecaria de la escuela, la Sra. Lum, y su club de lectura. Como todos los empleados de la escuela deberían esforzarse por hacer, ella fortaleció mi ambición de convertirme en escritora y me animó a mostrar mi trabajo con confianza y un orgulloso sentido de propiedad. El club de lectura, conocido formalmente como Batalla de los Libros, me brindó una salida para encontrar mis nuevos libros favoritos y hacer nuevos amigos, y también me introdujo al mundo de las competencias ingenuas.
La importancia de la Batalla de los Libros no se me escapó ni siquiera en ese momento. Este programa voluntario de incentivos a la lectura alienta a los jóvenes lectores a mejorar su alfabetización y fomentar el amor por la lectura. La idea era simple, pero emocionante. Se proporcionaron a las escuelas una lista de libros para leer para cada niño y, al final del año, se organizó una competencia en una universidad local. Viví y respiré esos libros todo el año hasta que, finalmente, trajimos la victoria al nombre de nuestra escuela dos años seguidos. Los programas como Batalla de los Libros existen con diferentes variantes pero con el mismo propósito: mejorar las tasas de alfabetización en las escuelas y crear un amor por la lectura.
Los bibliotecarios de todo el mundo crean activamente entornos educativos para ser más inclusivos con este ideal intacto. Sin embargo, los cambios recientes en nuestro clima político han llevado a una guerra contra los libros liderada tanto por padres como por conservadores electos. Libros populares como The Bluest Eye (Los Ojos más Azules) y The Hate U Give (EL Odio Que Tú Das) son dos de los libros más cuestionados de 2022 por su “blasfemia” y su “agenda anti-blanca”. A los bibliotecarios escolares de Texas se les han dado diferentes listas de al menos 80 libros para que los eliminen de sus bibliotecas. Varios de los libros enumerados se han considerado “pornográficos” porque tratan sobre la sexualidad y la identidad de género. Por ejemplo, Lawn Boy (Niño del Cesped) y Gender Queer (Género Queer) aparecieron en varias listas prohibidas del distrito escolar. A pesar de esto, los bibliotecarios se han vuelto más apasionados y luchan activamente contra estos desafíos. Los bibliotecarios de Texas han iniciado un movimiento de lucha por la libertad, conocido como #FReadom (o @FReadomFighters en Twitter), para desafiar estas listas y defender las voces de nuestros niños y jóvenes que son ignorados.
Cuando solicité el ingreso al Programa de Maestría en Biblioteconomía y Ciencias de la Universidad de Washington, lo hice sabiendo que entraría en una profesión poco apreciada y mal pagada. Lo que me ayudó a tomar esta decisión no fue solo el amor por los libros, sino el amor por mi comunidad y la importancia de las bibliotecas. Es una carrera que puede minimizar las brechas de conocimiento y proporcionar recursos esenciales para las nuevas generaciones. Los bibliotecarios pueden reparar comunidades y siempre están luchando por la libertad de información. Como futura bibliotecaria infantil, me uniré a la lucha para garantizar que los títulos inclusivos siempre estén disponibles para que todos los estudiantes curiosos los hojeen. Eventualmente, les devolveré la misma confianza que la Sra. Lum me dio durante los años más importantes de mi vida.
