POR EDUARDO STANLEY
En los últimos 20 años aproximadamente, la presencia cultural de Oaxaca en el Valle de San Joaquín se ha vuelto cada vez más evidente, particularmente en Madera y Arvin (condado de Kern). Miles de trabajadores agrícolas han llegado a trabajar en los campos del Valle desde Oaxaca, un estado del sur de México con una gran población indígena. En Oaxaca existen al menos 16 comunidades indígenas diferentes con sus propias lenguas y tradiciones.
Una de esas tradiciones es la comida. La cocina oaxaqueña no sólo es deliciosa sino también colorida, con un sabor distintivo en parte debido a las hierbas que se utilizan en ella. En los últimos años, hemos visto un auge de la cocina oaxaqueña en restaurantes de alto nivel en ambos lados de la frontera y muchos libros y artículos dedicados a eso.
Pero como todos sabemos, una cosa es la comida que puedes encontrar en un restaurante y otra la comida que hace tu mamá. Y es por eso que un grupo de mujeres oaxaqueñas en Madera, lideradas por la organizadora cultural Rosa Hernández, decidieron crear un mercado tradicional en el parque, con comida, refrescos, tortillas recién hechas, pan y postres y, por supuesto, productos agrícolas frescos. Lo llamaron Nu’u Yavi, que es mercado en mixteco, una de las lenguas indígenas que se hablan en Oaxaca.
“Invitamos a mujeres que cocinan manteniendo los sabores tradicionales, a quienes les gusta conservar las recetas de sus madres y abuelas”, dijo Hernández, una mixteca de Santiago Juxtlahuaca, Oaxaca.
“La idea era ofrecer platos tradicionales utilizando ingredientes de nuestros pueblos, si es posible, manteniendo el ambiente de nuestras cocinas. Y presentar estos platos con orgullo, manteniendo nuestro legado ancestral”.
Nu’u Yavi se llevó a cabo el 3 de mayo en Court Park en el centro de Madera. Se cree que alrededor de un tercio de los 61.000 habitantes de la ciudad son de origen oaxaqueño. Madera también tiene la primera concejal de origen mixteco elegida en Estados Unidos.
Siete mujeres oaxaqueñas (seis mixtecas y una triqui) cocinaron sus platos favoritos y los ofrecieron a la venta: tortillas, mole rojo y amarillo, pozole, aguas, yiqui (un guiso hecho de maíz, hojas de aguacate y carne asada), tamales y huachimole (plato elaborado con tomatillos, guaje—las vainas verdes de un árbol—chile y carne de cerdo).
El evento fue patrocinado por el Instituto Pan Valley del Comité de Servicio de Amigos Americanos. Los puestos de comida se distribuyeron en semicírculo alrededor del kiosko del parque, que se convirtió en el centro del evento. Asistió mucha gente, no sólo para comer sino también para disfrutar de la conversación mientras los niños jugaban. De fondo se oía una suave música oaxaqueña.
“Para mí, esta fue una experiencia orientada a educar al público sobre nuestra comida y nuestras técnicas de cocina”, dijo Daisy Mejía, quien preparó huachimole. “Es como el chile verde pero se cocina con semillas de guaje y chile costeño. Mi mamá me enseñó a cocinarlo, así que significa mucho para mí. Espero que nuestras nuevas generaciones no pierdan estas recetas”.
¿Qué tan difícil es conseguir los ingredientes originales? “Ahora puedes conseguir guaje en algunas tiendas; ese no era el caso hace unos años”, explicó Mejía. “Incluso se han plantado árboles de guaje en la zona”.
No es difícil de entender. Los inmigrantes no sólo aportan sus habilidades laborales y energía, sino que también reproducen sus culturas, incluida, por supuesto, su comida.
Así crean un mercado para nuevos productos. En el caso de plantas, estas terminan siendo plantadas localmente. Sin embargo hay algunas excepciones. “Lo ideal es que el huachimole se cocine con chile costeño (chile de la costa de Oaxaca). Mi mamá los trajo de Oaxaca porque aquí no se produce”, dijo Mejía.
“Lo que me gustó de este evento es que varias mujeres se juntaron para cocinar y compartir nuestra comida tradicional. Es comida que conocemos, sin embargo, cada uno tiene un toque especial que aprendieron de sus madres”, dijo Mejía.
Y, por supuesto, hubo tamales. Los tradicionales, y los oaxaqueños, que se elaboran con hojas de plátano.
“Cuando cocino, el olor, los colores, los sabores, me transportan a mi tierra”, dijo Mireya Agustín, con tono nostálgico. Ofreció tamales y pozole amarillo (pozole hecho con chiles amarillos). “El pozole amarillo es muy popular durante las festividades que se celebran en la plaza de mi tierra”.
Estas mujeres tienen algo en común cuando cocinan para eventos como Nu’u Yavi: cuentan con la ayuda de sus familias.
Agustín mencionó que, aunque aquí actualmente se producen más ingredientes oaxaqueños, “no saben igual”. Ella vende comida desde casa y en eventos especiales. “Me gusta compartir mi comida; la gente disfruta de la comida oaxaqueña y eso me hace feliz”, dijo.
Hay algo más además de buena comida. “Este esfuerzo—de organizar el evento—es parte de una lucha, una lucha por ser reconocidos como una comunidad que es parte de la comunidad en general. Esto también es parte de nuestro aporte, no somos sólo manos de trabajo”, concluyó Hernández. Y sugirió que las participantes están interesados en repetir la experiencia en julio. Se convertirá Nu’u Yavi en un evento permanente?
*****
Eduardo Stanley es el editor de Community Alliance, puede contactarlo en editor@fresnoalliance.com