Por Julio César Ocaña
No me refiero al título del libro publicado en 2012 por la periodista Anabel Hernández en el que vierte luz acerca del legado de sangre y muerte que nos dejó el expresidente Felipe Calderón (“Fecal”), a quien la autora de la minuciosa investigación califica como “el presidente del exterminio”.
Cuando escribo: “México en llamas” tampoco pienso en el fuego político que ha desatado la polémica gestión del presidente actual, misma que da para mucha tela que cortar en materia de análisis prospectivo y retrospectivo; gestión que, fruto de los virulentos y estridentes ataques de quienes perdieron privilegios y la ocasión de seguir dándose la gran vida a costas del erario y de suculentos negocios a la sombra del poder, pero no menos a causa de los exabruptos, los desatinos retóricos y las poses francamente demagógicas y populistas del propio presidente, ha propiciado un ambiente de crispación, encono y agresiones (hasta hoy por fortuna verbales y mediáticas) que configuran un escenario poco amable que amenaza con escalar al fragor de la coyuntura electoral más grande de la historia de México.
Esta vez, los ciudadanos mexicanos deberán renovar, con su libre y soberano voto (hasta donde un voto puede ser libre y soberano en este país de flagrante incultura política), la Cámara de Diputados (300 diputados por el principio de mayoría relativa y 200 por el de representación proporcional), así como a nivel local 15 gubernaturas, 30 congresos locales y las alcaldías en 30 estados de la república, incluida la Ciudad de México.
Cuando digo: “México en llamas”, no hago alusión a la desmesurada confrontación entre el presidente del Ejecutivo y el Instituto Nacional Electoral (INE) a raíz de la cancelación de candidaturas morenistas como la del cuestionado político guerrerense Félix Salgado Macedonio y la del maestro Raúl Morón Orozco en el estado de Michoacán, por mencionar los casos más sonados; o a la rebatiña legal desatada por la modificación de última hora mediante la cual el Senado aprobó ampliar por dos años más la gestión del Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar, quien ahora concluirá su periodo al frente del máximo tribunal del país hasta el año 2024, y con lo cual el presidente del Ejecutivo tendrá su “Judicial a modo” hasta el fin de su mandato, justo antes de irse a su rancho en Chiapas. ¿Qué habría dicho Andrés Manuel López Obrador si le hubiera tocado ver esta corrida desde la barrera y no desde el palco principal (de Palacio)?
No, cuando exclamo: ¡México en llamas!, lo digo literal: México está en llamas.
La tarde del jueves 15 de abril la Comisión Nacional Forestal (Conafor) dio a conocer que durante los primeros meses de 2021 han ocurrido 3 mil 376 incendios forestales en 29 de las 32 entidades federativas, dejando un saldo (hasta esa fecha) de aproximadamente 98 mil 839 hectáreas quemadas.
La dependencia señaló que dicha cifra representa el doble y el triple de áreas afectadas en 2020. El incendio en el Parque Nacional “El Tepozteco”, ubicado en el municipio de Tepoztlán, Morelos, con una afectación de más de 300 hectáreas, ha sido el más sonado por el simbolismo de dicho lugar y por su fama e importancia turísticas. Al momento de redactar este texto sumaban 73 los fuegos activos, con una afectación de 15,838 hectáreas de bosques y pastizales en todo el territorio nacional.
Cabe señalar que tales eventos han agudizado la sequía que afecta a casi el 84 por ciento del país y que golpea a un campo mexicano que lleva más de un año padeciendo por la falta de lluvias desde inicios del año 2020. Según la directora de CONAGUA, Blanca Jiménez, la problemática se acrecienta tras el tremendo déficit de lluvias el año pasado —con una precipitación tres por ciento menor a la de 2019— y por la pandemia del COVID-19, que generó “una demanda adicional” de agua en el país, principalmente en los grandes centros urbanos; y agregó que este año tampoco hay suficientes lluvias, colocándose en uno de los peores niveles de precipitación desde 1941.
No obstante, la sequía actual no se anota nada más como una “anomalía climatológica”. Para Greenpeace también es “un síntoma del cambio climático”.
Viridiana Lozano, especialista de agricultura y cambio climático de la organización en México, señaló que el principal problema para la agricultura en México no sólo es la falta de agua, sino “el modelo industrializado de producción de alimentos, mismo que ha generado una dependencia de agrotóxicos, fertilizantes de síntesis química e incluso de transgénicos”, pues con estos químicos “se contamina el suelo y se afecta la microfauna que ayuda a mantener su fertilidad, dejando suelos empobrecidos y erosionados”.
A esto apunto cuando afirmo que México está en llamas.
Mas si a esta lumbre de verdad le sumamos el fuego político desatado por los actores de la escena pública, fuego que atizan los medios de comunicación masiva y por supuesto los ciudadanos vía internet y redes sociales en un momento de efervescencia electoral como no se había visto antes en México (ni en América Latina), tenemos sobre la barra un coctel altamente flamable e incluso explosivo. Candidatos y partidos, no menos los gobernadores, alcaldes, diputados, senadores y funcionarios públicos de todas las banderas, a la cabeza por supuesto el Presidente de la República, se darán hasta por debajo de la lengua durante las próximas siete semanas. Harán uso de ésta como tan bien saben hacerlo, pero ninguno hablará a detalle y con precisión de cómo afrontar y resolver los gravísimos problemas ambientales del país, como tampoco de nuestra devastada producción y economía agrícola. Y mientras tanto, el México de verdad seguirá ardiendo, consumiéndose bajo las llamas, tiznándose, ahogándose en el humo y muriéndose de sed; de sed de verdad, de sed de agua y de sed de Verdad.
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Julio César Ocaña es un pensador y escritor mexicano, estudió Economía Política en Alemania Oriental, su contacto es jcmartioca@gmail.com.