Comenzar un negocio propio requiere mucha determinación y trabajo intenso. Puede ser estresante comenzar por su cuenta, sin saber si su sangre, sudor y lágrimas terminarán con éxito. En estos últimos dos años, las pequeñas empresas se han enfrentado a circunstancias difíciles completamente fuera de su control. Aunque muchos periódicos informan que la pandemia sólo resultó en el cierre permanente de 100,000 a 200,000 negocios más de lo normal en un año, no reconocen las vidas que esto impacta. ¿Podrían haber sido las cosas mucho peor? Por supuesto, pero eso no quita el estrés inconmensurable que las familias soportaron al iniciar y perder su negocio durante una pandemia mundial. Sin mencionar las luchas de las personas que han logrado seguir adelante, con la esperanza de que las cosas eventualmente mejoren.
Cecilia Gonzales tuvo ambas experiencias, perdiendo uno de sus dos negocios por la pandemia. En 2019, después de obtener su licencia de técnica de uñas, comenzó su negocio, Cecilia Nail Artist, en una habitación libre de su casa en Visalia. Las cosas empezaron muy bien y pronto se encontró con solicitudes de turnos con semanas de anticipación. Como las cosas iban tan bien, decidió comenzar a enseñar a otras personas a través del mismo programa que tomó. Entre enseñar a sus propios alumnos y trabajar desde casa, la Sra. Gonzáles estaba segura de superar la marca del primer año sin mucha preocupación. Sin embargo en 2020, Covid-19 cerró el mundo y obligó a la Sra. Gonzáles a detenerse por completo.
2020 resultaría ser un año turbulento, no solo para su negocio sino también para su familia. Su esposo se contagió de covid-19 justo a principios de año y se enfermó gravemente. Ella lo cuidó, asegurándose de que nadie más se enfermará en su hogar. Desafortunadamente, esta no es la última vez que tuvo temor por la vida de su esposo. Al año siguiente sufrió 2 accidentes laborales que amenazaron su vida y estuvo postrado en cama durante meses. Sin su esposo trabajando, la Sra. Gonzáles se convirtió en la principal fuente de ingresos de su familia, necesitaba que su negocio tuviera éxito. Sin embargo, ella era plenamente consciente de los peligros que traía la apertura, varios de los compañeros de trabajo de su esposo habían muerto de covid al principio de la pandemia. Cuando le pregunté si tenía miedo de traer el Covid-19 de vuelta a su casa, se encogió de hombros: “No, en realidad no. Sabía lo peligroso que podía ser, pero no había más opciones. Necesitaba trabajar y estaba tomando todas las precauciones para asegurarme de que todos estuvieran lo más seguros posible.” No pudo volver a enseñar, no sabía cómo cambiar a cursos en línea con un tema que tenía que ser en persona. Simplemente le era imposible continuar. “Todo cambia, nosotros, como humanos, debemos estar listos para aceptar los golpes”, se centró en su primer y ahora único negocio. Las citas comenzaron lentamente, algunas de sus clientes habituales regresaron a su técnica favorita. A medida que pasa el tiempo, su negocio ha comenzado a recuperarse, aunque todavía no está ni cerca de donde estaba antes de la pandemia. La Sra. Gonzáles continúa dándolo todo, tomando clases de inglés por la noche y trabajando o cuidando a sus dos nuevos nietos durante el día. Ella sonríe con optimismo cuando piensa en el futuro: “Solo tienes que encontrar la manera de seguir adelante y las cosas van encajando”.
La sobreviviente de cáncer Liliana Osorio abrió su estudio de belleza, Figure Brows, también en Visalia, la misma semana en que se llevó a cabo el confinamiento por la pandemia. La Sra. Osorio se sintió golpeada, teniendo que parar antes de tener la oportunidad a comenzar. Estaba desesperada por abrir su negocio pero temía enfermarse o propagar el Covid-19. Mientras esperaba la apertura, tomó más cursos de belleza en línea, obteniendo más credenciales para cuando finalmente pudiera abrir. Explicó que su deseo de abrir no solo se debía al deseo de que su negocio tuviera éxito, sino también a sus ansiedades financieras. “Estaba atrapada y asustada. Solo estaba empezando y había firmado un contrato de arrendamiento de 2 años, por lo que no podía simplemente retirarme o rendirme”.
En el momento en que terminó el encierro, la Sra. Osorio estaba lista para comenzar, siguiendo cuidadosamente las recomendaciones del CDC. Incluso requirió máscaras en todo momento, independientemente de los mandatos estatales. “Siempre existe el riesgo de propagar el Covid y no iba a empeorarlo”, Covid había cerrado su negocio y no estaba dispuesta a permitir que eso volviera a suceder. “Es simple: no máscara, no servicio”. Desde que abrió de nuevo, la Sra. Osorio ha tenido sus altibajos. Al ser completamente nueva, muchas personas no sabían sobre su negocio al principio, pero poco a poco ha comenzado a ganar clientela.
En un momento se contagió de Covid-19 e inmediatamente cerró de nuevo. Cuando se le preguntó cómo ha manejado la situación, suspiró: “Es difícil, pero las facturas no dejan de llegar. La vida no se detiene. Entonces, nosotros tampoco podemos detenernos”.