POR IVÁN WIELIKOSIELEC
El 15 de mayo de 2018, el por entonces presidente Donald Trump autorizaba la construcción de un muro en la frontera mexicana de 300 millas. ¿La razón? “proteger al país de una invasión de drogas y criminales”, según declaró.
Con la asunción de Joe Biden en 2020, las políticas migratorias cambiaron, al menos en un comienzo. Y no solo se ordenó detener la construcción del muro sino que se prometió derribarlo. Pero no fue lo que ocurrió, sino todo lo contrario. Y es que en octubre, el presidente dio el visto bueno para continuar el tramo faltante. “No se puede hacer nada para evitar los planes del presupuesto anterior”, explicó, con más frialdad que tristeza.
Anti inmigración y xenofobia
Hoy, redoblando la apuesta de recrudecimiento anti inmigratorio y con serias chances de asumir por segunda vez la presidencia, Trump dijo hace apenas un mes que “en adelante, los futuros hijos de extranjeros ilegales no recibirán la ciudadanía estadounidense”. Y amenazó a los inmigrantes diciendo, “les avisamos que cuando llegue 2025, los encontraremos y los deportaremos”.
Barbara Hines, abogada y defensora de los derechos de los inmigrantes, expresó en el portal Nueva Sociedad que “las políticas migratorias violatorias de los derechos humanos, alcanzaron en el gobierno de Trump dimensiones antes desconocidas. En el marco de una expansión de los discursos xenófobos y antiinmigración, el sistema de asilo está siendo degradado”. Y recalcó que “parte de la campaña y plataforma de Trump consistió en denigrar a los inmigrantes y a las personas de color. Sus declaraciones, plagadas de insultos y falsedades, sugerían que los Estados Unidos necesitaban inmigrantes noruegos en vez de gente de países de mierda poblados de negros”.
Por su parte Lorenzo Palomares, vocero de la actual campaña presidencial de Donald Trump, dijo que “su política va a ser un poquito más severa que antes. Va a terminar el muro fronterizo y va a exigir que las solicitudes de asilo se hagan desde el extranjero”.
Y de hecho, el propio Trump anunció que, en caso de ganar las elecciones, llevará a cabo “la operación de deportación nacional más grande en la historia de los Estados Unidos”
Curiosamente hoy, uno de cada seis estadounidenses es latino; vale decir, el 16,3% de la población de acuerdo al censo de 2010. Y según las consultoras más confiables, unos 4.7 millones estarán facultados para votar en 2024. La proyección indica, además, que para 2050, el voto latino llegará al 30% del padrón, según el portal BBC News.
Sin embargo y pese a la inminente importancia de la comunidad latina, la profesora Claudia Sandoval, especialista en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la LMU (Loyola Marymount University) comentó que “se observa un marcado incremento favorable a Trump en la comunidad latina, sobre todo entre los más jóvenes. De hecho, en estados como Nevada, de 2016 a 2020 Biden perdió un 4% de votos latinos mientras que Trump ganó el 8%; es decir que sacó una ventaja del 12%. En Arizona, Trump ganó el 3% de los votos y en Texas, Florida y California, la comunidad latina apoyó más a Trump, sobre todo en el padrón masculino”.
Si bien a la intención de voto latino la sigue encabezando Biden, ya no es (según el canal de TV en español Univisión) por un 66% contra un 31% como en septiembre, sino que ahora la balanza demócrata está por encima por un 58% contra el mismo 31% de los republicanos. Y tiende a equilibrarse cada vez más.
Síndrome de “Mexicolmo”
La pregunta se cae de madura: ¿cómo es posible que el presidente que construyó el muro anti-inmigración más grande del mundo y trató a los mexicanos de “narcotraficantes y violadores” cuente con tanto apoyo de esa comunidad? ¿Cómo se explica esta suerte de “Síndrome de Estocolmo” que acaso debiera llamarse “de Mexicolmo”? La propia Claudia Sandoval intenta una respuesta.
“El apoyo creciente de los jóvenes latinos hacia Trump no tiene que ver con el tema de la inmigración ni con suscribir al partido republicano. De hecho, la comunidad latina, históricamente votó a partidos de izquierda. Este corrimiento se debe a la figura de Trump como empresario exitoso. Y los jóvenes latinos piensan que, por eso mismo, Trump sabrá conducir los destinos del país mejor que cualquier político tradicional”.
Respecto a la importancia del “voto étnico”, Sandoval comentó que “demócratas y republicanos necesitan invertir en el voto latino y en las comunidades de color. Si lo consiguen, entonces habrá un gran número de votantes como no se ha visto desde los tiempos de Barack Obama. El voto latino va a ser muy significativo por muchas décadas y cada vez tendrá mayor incidencia”.
Por su parte Jamil Scott, profesora de la Universidad de Georgetown y representante de la comunidad afroestadounidense, comentó que “en 2020, el número de votantes de color a favor de Biden fue de un 92%, marcando una brecha de género. Biden se ha ocupado de la comunidad de color, muy especialmente de las mujeres. De hecho, el 95% de ellas lo votaron. Sin embargo, el voto de Trump aumentó desde 2020 hasta ahora. Esto significa que hay una disconformidad con el partido demócrata, especialmente entre los más jóvenes; y que eso guarda una relación directa con la caída en la imagen de Biden”.
La importancia del voto latino
Es evidente que el actual presidente se enfrenta a un momento crucial. Y deberá acercarse a las comunidades latina y afroamericana si quiere reasegurar ese voto. Y es que, cuando Biden ganó la presidencia en 2020, contaba con el apoyo de más del 70 % de votantes no blancos según el New York Times. En septiembre pasado y de acuerdo al mismo medio, esa cifra había descendido a un 53 %.
El resultado de 2024 dependerá, seguramente, de la oscilación de esos guarismos en una elección que, como remarcan algunos periodistas, cada vez se hace menos blanca como nunca antes en la historia de los Estados Unidos.
Sin embargo y pese a la obligación de llegar “al corazón de las comunidades”, el discurso de los republicanos sigue siendo racista, sobre todo contra los latinos y personas de color. Aunque lo paradójico (“lo alarmante”, debiéramos decir) es que ese discurso, lejos de alejar a los votantes de las comunidades impactadas, pareciera atraerlos aún más.
Andrés Oppenheimer, columnista de Miami Herald, dice que “aún más enigmático es entender por qué muchos venezolanos, cubanos y nicaragüenses en Estados Unidos, que huyeron de dictaduras brutales, apoyan a un aspirante a autócrata populista como Trump”.
Y Oppenheimer cierra su editorial diciendo que “al 51% de la comunidad latina, según las encuestas, le interesa por encima de todo el tema inflacionario. Y creen que Trump es la persona indicada para solucionarlo”.
Pareciera que los latinos estarían dispuestos a olvidar los problemas de inmigración y trabajo en negro, portación de armas o cambio climático si les solucionan la economía. En una palabra, el bolsillo por encima de los derechos humanos.
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Iván Wielikosielec es un escritor y periodista argentino (Córdoba, 1971). Ha publicado libros de relatos y poesía (“Los ojos de Sharon Tate”, “Príncipe Vlad”, “Crónicas del Sudeste”) y desde hace diez años reside en Villa María, Córdoba, donde colabora para diversos medios gráficos e instituciones culturales.