Por Francisco Duarte
Recientemente escuché la frase “la historia es la maestra de la vida”, lo que en mi juicio tiene mucho de cierto. La familia humana vive bajo la influencia de la historia, y haciendo historia. Algunos aseguran que la historia es tan circular como la moda que se va y regresa, por lo que es posible prever algunos acontecimientos basados en experiencias anteriores y en la naturaleza humana, que bajo condiciones similares, se argumenta, producirá resultados semejantes. Si en una sociedad se experimentan cambios drásticos, quedará en la historia una transformación significativa como el producto de guerras, revoluciones, avances científicos, giros políticos, etc.
Como experiencias históricas mencionaremos algunos acontecimientos de los últimos cien años como la Primera Guerra Mundial, la Influenza Española, la Gran Recesión, el surgimiento de Hitler, la Segunda Guerra Mundial, el inicio de la Guerra Fría, la guerra de Corea, la de Vietnam, la firma por los derechos civiles, la presidencia de Ronald Reagan, el fin de la Guerra Fría, la caída del muro de Berlín, el escándalo Irán-Contras, la primera pandemia del SARS, la caída de las torres gemelas, la invasión a Irak, la recesión económica del 2008, la epidemia del ébola, la elección inesperada de Donald Trump, la elección a la presidencia de México de Andrés Manuel López Obrador.
Guerras, movimientos sociales, crisis económicas, plagas, todos elementos que se van y regresan a formar parte de nosotros. Hoy nos interesa reflexionar sobre dos elecciones presidenciales, la de Estados Unidos que puso a Donald Trump en el poder —representando a la derecha extrema— y la elección más reciente en México de Andrés Manuel López Obrador en el lado opuesto del espectro político, el movimiento progresivo de izquierda.
Primero algunas reflexiones sobre la elección de Donald Trump corriendo una campaña de ataques a los inmigrantes, utilizando mentiras en número récord y un vocabulario abusivo en contra de sus adversarios políticos apelando a los peores instintos de sus seguidores. Su plan: hacer claro y brutal el discurso de la llamada Estrategia del Sur defendiendo la superioridad de la raza blanca, presentándose como la respuesta a los problemas sociales y económicos del país, atrayendo así a los grupos racistas y a otros inconformes. La otra parte de su estrategia fue presentarse como un cristiano devoto y pro vida —como si existiera un movimiento pro muerte— atractivo para el sector religioso conservador obviamente hambriento de obtener reconocimiento y compartir el poder del César en turno.
Sin entender las consecuencias de la elección de Donald Trump ni lo que significaría para la ecología y la paz su reelección, entre algunos conocidos blogueros en México y entre algunos connacionales en Estados Unidos circula la idea que Trump es amigo de López Obrador y de México. Al menos retóricamente proponen que Trump traiga a juicio al ex presidente Felipe Calderón a cambio de los votos mexicanos. Por falta de espacio solo diremos que ni Trump ni el sistema neoliberal son amigos de ningún país que defienda su soberanía y sus recursos de la voracidad insaciable del mundo corporativo. Quien vote aquí por Trump —derecha extrema— votaría en México por el PAN, su similar en el ala derecha criminal de la política nacional.
La buena noticia es que en el lado sur de la frontera, hace más de un año, fue electo como presidente de México Andrés Manuel López Obrador —primer político en la historia moderna abiertamente de izquierda— bajo la promesa de acabar con la corrupción su principal tema de campaña y una agenda política de salud universal y educación de calidad para todos, una agenda similar a la de Bernie Sanders en Estados Unidos, que le costó ser estigmatizado y estorbado por su propio partido, el Demócrata. Su tema guerra a la corrupción y “primero los pobres” resuena en cada una de sus decisiones colocándose entre los políticos más trascendentes en la historia del país. Una bomba histórica, algunos en prisión, otros huyendo, otros negando sus culpas, cuando en este momento se llevan a cabo juicios sobre ex funcionarios de alto nivel de las pasadas administraciones, algo que jamás había ocurrido, y con la anecdótica espada de Damocles pendiendo sobre los ex presidentes corruptos. Lo repito, estos juicios son una ocurrencia de inmensas dimensiones históricas que junto con el tratado que el presidente acaba de firmar de justicia para los pueblos Yaquis en el estado de Sonora, me lleva a opinar la herejía que AMLO está colocándose en trascendencia por encima de Lázaro Cárdenas y aún de Don Benito Juárez en la historia nacional.
En su discurso a los pueblos yaquis hace unos días le oí decir a nuestro presidente: “Quien no conoce la historia no sabe de dónde viene y no sabe para donde va”. En lo personal creo estar viviendo tiempos tan históricos como lo será el día en que un candidato progresista, no controlado por la plutocracia, por primera vez resulte electo en este país del norte dándonos a millones de ciudadanos una alternativa real de cambio. México ya ha puesto el ejemplo en esa dirección y ya de por sí, eso es historia.
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Francisco Duarte nació en México y es un activista de Fresno. Pueden contactarlo en fresnohouse@hotmail.com