Por Eduardo Stanley
No hay una sola respuesta y sí muchas preguntas.
“Hay de todo, algunos no quieren (vacunarse) porque dicen que no es algo seguro. Incluso hay otros que dicen que esa vacuna hace daño”, comenta Donaldo Palacios, un mayordomo de Orosi, pequeña población rural del Condado de Tulare. “No hay mucha información”.
Un mayordomo es el encargado de una cuadrilla de trabajadores, que puede llegar a 25 jornaleros que él recluta. Ellos negocian con los contratistas, quienes a su vez son los que negocian con el dueño de un campo —o su representante— para levantar una determinada cosecha. En un campo grande puede haber más de un mayordomo con sus cuadrillas.
“No hemos visto mucha gente enferma. Si vemos que le dió (el virus) a una persona, le pedimos que se quede en su casa y regrese cuando se cure”, asegura Palacios, quien actualmente está trabajando en la poda de la vid. “Este trabajo si permite el distanciamiento, es casi de un trabajador por zurco”.
Palacios asegura que cumplen con las recomendaciones para protegerse del contagio del virus. “Tenemos de todo, inclusive para lavarse las manos”.
Cuando la voz del peligro por la pandemia se extendió en la sociedad —principalmente marzo del 2020— mucha gente se mostró escéptica porque, explicaban, no conocían a ningún enfermo de Covid 19. Pero con el tiempo esto cambió a medida que los contagios aumentaron en el campo, y también las muertes. “Ahora sí escuchamos de gente enferma”, asegura Palacios.
Numerosos activistas y organizadores comunitarios alertaron desde el inicio de la pandemia que los jornaleros agrícolas serían muy afectados debido a las condiciones de vida y de trabajo ya que en su mayoría no pueden cumplir con algunos requisitos de protección, como mantener la distancia social con otra persona (6 pies o 2 metros). Otro sectores muy afectados fueron el de las empacadoras y las plantas procesadoras de comida.
“Si hay miedo por el virus, pero la gente necesita trabajar”, comenta Filogoño Santiago Ramírez, mayordomo de Madera, California. “Y si te enfermas no te pagan, aunque dicen que hay algunas compañías que sí pagan al que se enferma y no puede trabajar. Pero yo no sé”.
Los trabajadores del campo no tienen protección laboral y tampoco tienen seguro de salud. Sus únicas posibilidades son las clínicas rurales.
“Cuando empezó (la pandemia) faltaban dos meses para que se termine el trabajo intenso en el campo, estábamos trabajando en la cosecha de la blueberry (arándano)”, afirma Santiago Ramírez. “No podíamos mantener la distancia social, éramos 300 trabajadores en el campo, pero nadie se contagió”.
Pero Santiago Ramírez se contagió poco después. Fue a una clínica pero lo derivaron al Departamento de Salud del Condado de Madera, donde no pudo comunicarse con nadie. Se reportó con su empleador y se quedó dos semanas en cuarentena.
“Al principio no teníamos nada, pero ahora tomamos la temperatura de los trabajadores con termómetros que nos dieron en la empresa”, dice Santiago Ramírez, nacido en Oaxaca, México. “Ahora estamos trabajando en el limón, podemos mantener algo de distancia social”.
La vacuna podría traer tranquilidad a estos trabajadores esenciales que son quienes arriesgan su salud para proveer nuestros alimentos. A pesar de declaraciones iniciales por parte de las autoridades sanitarias, no hay fecha para vacunar a esta población, conformada principalmente por inmigrantes de México. La distribución nacional de las vacunas por parte de la Administración Trump ha sido caótica y los estados no han recibido las dosis necesarias. El flamante presidente, Joe Biden, prometió vacunar a 100 millones de residentes en los primeros 100 días de su gobierno.
Antonio Cortéz, representante del Sindicato de Campesinos en Madera, asegura que la mayoría de los jornaleros agrícolas que conoce quiere vacunarse, y que recibe llamadas preguntando dónde y cuándo se aplicará la vacuna.
De acuerdo al Departamento de Salud del Estados de California, actualmente se está completando la vacunación del personal de salud y de personas mayores de 75 años. El próximo sector a vacunarse es el de mayores de 65 años.
“Yo si me voy a vacunar, pero no me siento muy seguro”, asegura Palacios. “Algunos dicen que las vacunas ya están, otros dicen que no. Parece que una empresa compró vacunas y las aplicará a sus trabajadores. Uno tendría que verlas primero para saber si son de verdad”.
La propaganda anti-vacuna llegó a las comunidades rurales? O se trata de falta de información?
Mientras tanto, no hay fecha para la aplicación de la vacuna para los jornaleros agrícolas.
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Eduardo Stanley es el editor de The Community Alliance. Puede ser contactado en editor@fresnoalliance.com.