Por Eduardo Stanley
Durante años, quienes se oponen a la inmigración aseguran que los recién llegados no representan algo positivo para la sociedad porque abusan de los recursos públicos recibiendo más beneficios que los impuestos que pagan.
Uno de los ejemplos que citan es la salud pública: la mayoría de las salas de emergencias de los hospitales está llenas de personas sin residencia legal. Otro ejemplo que ofrecen es la educación: los inmigrantes sin papeles saturan los salones de clases, forzando a los gobiernos a construir mas escuelas.
Y cosas por el estilo.
Sin embargo, estos argumentos no son la clave real para analizar la participación social de los inmigrantes —o de otros grupos.
Para empezar, toda persona que recibe un salario paga impuestos. Y sin consideración de la situación de residencia de cada persona, también pagan impuestos todos cuando compran comida o cuando son parte de alguna transacción comercial —como al mandar dinero a sus paises de origen.
Clarifiquemos que desde hace muchos años la ley prohibe a una persona sin residencia legal en el pais recibir beneficios tales como desempleo, aunque los trabajadores sin residencia legal pagan por este servicio.
Los inmigrantes aportan millones de dólares anualmente pero no pueden recibir beneficios por los que pagan, por ejemplo Seguro Social (o jubilación) y desempleo.
En relación a la salud pública, los hospitals no informan sobre el estatus migratorio de sus pacientes, por lo tanto, ¿cómo es posible culpar a los inmigrantes sin residencia legal por la saturación de las salas de emergencia? Si en los últimos años hemos visto precisamente esta saturación en el país, ¿no sera porque más estadounidenses carecen de seguro de salud y no pueden pagar por servicios medicos regulares?
Y respecto a otro de los argumentos constantemente repetidos, el de las escuelas saturadas y la necesidad de construir otras para dar cabida a nuevos estudiantes, digamos que esta es una visión distorcionada de los cambios sociales. Es que a medida que la población crece, la sociedad debe cambiar también, incluyendo su infraestructura, como las escuelas. Esto es parte de la expansion económica de una sociedad. En otras palabras, construir nuevas escuelas y contratar más maestros no es un gasto sino una inversion social producto del crecimiento de la población.
Estas distorciones no son un accidente o un simple error. Pretenden ocultar el conocimiento del funcionamiento de la economía para evitar que la gente esté informada para que no se cuestione al sistema que sustenta esta clase de economía.
Este es el trabajo y el objetivo de organizaciones como la Fundación Heritage (http://www.heritage.org), una institución ultra conservadora que alimenta con argumentos y temas de discusión a otros grupos interesados en apoyar la agenda conservadora. Y uno de esos temas es, precisamente, el costo de los inmigrantes usando la ecuación de los impuestos.
Un buen ejemplo es el artículo escrito por Conn Carroll en 2008, “en el año 2004, a nivel estatal y local, el hogar promedio de inmigrantes no calificados, recibió $14,145 dólares en beneficios y servicios, mientras que pagó solamente $5,309 en impuestos. Una familia inmigrante común no calificada representa una carga fiscal de $8,836 dólares al año a nivel local y estatal”. (http://blog.heritage.org/2008/03/06/illegal-immigration-costs-demonstrated-again/)
El principal aspecto de la economía es la productividad del trabajo, no los impuestos que pagan los trabajadores. Y por cierto, de dónde creen ustedes que sale el dinero de los impuestos? De la misma fuente: del trabajo. O, en otras palabras, sale de la productividad de millones de trabajadores que fabrican los bienes o mercancias que la gente y los paises comercializan. Este proceso es mas complejo de lo que parece y trataremos de explicarlo brevemente.
De acuerdo a los escritos de los economistas clásicos (Smith, Ricardo, Marx y otros), una mercancía contiene un valor correspondiente al tiempo de trabajo necesario para su producción. Por ejemplo, si consideramos una silla, su valor depende de las horas que llevó fabricarla —incluyendo sus accesorios, como clavos, pintura, etc.
El trabajador que fabrica esta silla recibe un salario por su jornada laboral. Pero fabricar la silla lleva menos de ocho horas. El tiempo adicional que el trabajador (o trabajadora) dedica a seguir produciendo, genera bienes que beneficia al empleador. Esta productividad adicional genera entonces una plusvalía, lo cual produce y aumenta el capital del empleador.
O sea que el salario no refleja la productividad de los trabajadores. El salario pagado a un trabajador sirve para que este pueda recuperar su energía (alimentarse y descansar) para poder seguir produciendo al día siguiente. La plusvalia es la parte “adicional” del trabajo de un empleado. La palabra “riqueza” significa en realidad capital. Y el capital es creado por los trabajadores, particularmente por la parte no pagada de su trabajo.
El capital que los trabajadores crean es mucho mas grande que los impuestos que pagan debido a sus bajos salarios.
El capital no es estático, siempre busca crecer —puede decirse mejor: los empleadores buscan hacer crecer el capital de manera permanente. Por esta simple razón, sería ingenuo creer que nuestra sociedad aceptaría la existencia de millones de personas improductivas —sin considerar incluso que los números proveidos por instituciones conservadoras sobre la relación pago de impuestos-beneficios recibidos por parte de los inmigrantes son muy dudosos.
O sea que el capital tiene una voracidad incontrolable y crece sin parar —gracias a la productividad de los trabajadores.
El capital es controlado por una pequeña fracción de la población que se apropia de la plusvalia. Este grupo de personas también controla los medios de producción (por ejemplo, las propiedades de las fábricas y las herramientas de trabajo). En cambio, los trabajadores no tienen más que sus habilidades de trabajo.
La acumulación de capital en pocas manos no seria posible sin un elemento fundamental: la propiedad privada. Es por esto que los inmigrantes europeos en Estados Unidos iniciaron la conquista del oeste por medio de una Guerra contra los nativoamericanos. El objetivo no era necesariamente eliminarlos físicamente como apoderarse de sus tierras que, además, eran de caracter communal o colectiva, algo que molestaba a los conquistadores. En resumen, los primeros pobladores no conocian la propiedad privada y no existía el capital, al menos como lo conocemos actualmente.
En el caso de la agricultura, los salarios tan bajos (jamás conocí un jornalero que gane más de $16,000 dólares al año… En un buen año!) significa que el valor de la plusvalía generada por los campesinos es inmensa.
Esta afirmación tiene más sentido cuando consideramos que un solo condado de Estados Unidos, el condado de Fresno, en California, generó ganancias por $6.8 billones de dólares en productos agrícolas en 2011, según el reporte de la Comisionada de Agricultura de Fresno, divulgado en septiembre del 2012 (http://www.co.fresno.ca.us/Departments.aspx?id=114).
Recordemos a los lectores que para evitar que los jornaleros se organicen y exijan un mejor reparto de la riqueza que generan, su condición de “ilegales” es muy práctica y conveniente. La amenaza está ahí, día y noche: si se portan mal, los deportamos!
Y estos son trabajadores considerados no calificados por los senadores que presentaron la propuesta de reforma migratoria el 16 de abril (S-744, “Acta de Seguridad Fronteriza, Oportunidad Económica y Modernización Migratoria).
Me pregunto cuáles son las calificaciones necesarias para ser senador y cuántos de ellos son capaces de reconocer las diferencias entre un olivo y un durazno —para ponerselas fácil.
Los trabajadores inmigrantes aportan con su productividad a la economía de esta sociedad. Esta productividad no puede ser medida por la cantidad de impuestos que pagan.
El truco de los impuestos es un esfuerzo de ciertos grupos de interés para mantener intacto el estado de ignorancia sobre cómo opera la economía y sobre quién produce la riqueza que disfrutamos. Además, es una manera fácil de mantener vivo el mito de que los “otros” (inmigrantes, particularmente personas de color) abusan de nuestra sociedad.
La propuesta de reforma migratoria ayudará a la industria agrícola a disponer de cuantiosa mano de obra barata disponible en el futuro. Aún así, los agricultures y corporaciones agrícolas pelean para no conceder nada de la riqueza producida esos trabajadores, tales como viviendas decentes, salario mínimo más alto y seguro de salud.
Esto es parte elemental de los derechos laborales, por los cuales los trabajadores han luchado durante años, y además se paga con dinero (o capital) que ellos crean.