Por Francisco Duarte
N del E: Este artículo es en base a reflexiones obtenidas de una conversación con Keene Tylor, Stephany Hooper, del grupo Pobres Artistas, y del profesor Caleb Duarte, director de este proyecto.
Arte y Resistencia. El asesinato en Mayo pasado del Afro Americano George Floyd a manos de la policía se convirtió en la gota metafórica que derramó el contenido del vaso de agravios dentro de esa comunidad. Miles de manifestantes han salido a las calles en busca de cambios, con muchos países alrededor del mundo solidarizándose con su reclamo. Ante la protesta de quienes no entienden la frustración de vivir sin voz, han ocurrido disturbios, destrozos, incendios, convirtiéndose en esa voz que sí resuena en los oídos del público sordo, la voz que afecta sus intereses económicos.
Este movimiento también ha resultado en la remoción de monumentos de esclavistas y confederados mantenidos en pie por el racismo y la ignorancia histórica de muchos. A esa voz se ha unido la de los artistas con pinturas, fotografías en paradas de autobuses, en paredes vacías, en cualquier sitio accesible al público fuera de museos y galerías que exhiben el arte comercializado. El mensaje en espacios públicos y nuestro cuerpo, son la voz de nuestra cultura y la exigencia de ser tratados con igualdad, esa es la “estética de los disturbios”.
La vida de los negros importa, importa en realidad la vida de todos, cualquiera que sea el recurso de diferenciación. Con mayor reconocimiento que Koepernick ha tenido razón, el mensaje de BLM ha recibido el apoyo de una mayoría creciente que sin embargo se resiste a la restitución para las víctimas de la esclavitud imaginándola como un acontecimiento lejano, inconsecuente y en el que no participaron. En realidad la última esclava murió en 1937 y el gran negocio de los esclavos sentó las bases de Wall Street y la inmensa riqueza que un grupo selecto heredó a las generaciones posteriores mientras el racismo y la discriminación que produjo esa institución aun persisten.
Una interpretación de la historia de América es que somos El Faro sobre la colina del mundo, la Luz que debe seguirse para encontrar la felicidad, el epítome de la democracia y la civilidad, el ejemplo de prosperidad y de trabajo duro y constante a lo que debemos nuestros logros… Otra versión olvidada a propósito por una historia que se ha reescrito, es nuestro origen como invasores, exterminadores de la naturaleza y la tendencia perenne de convertir en enemigos a quienes defienden su territorio, su derecho a la soberanía, pero sobre todo nos marca nuestro pasado como esclavizadores de millones de seres humanos sin atrevernos a reconocer el daño causado.
Este movimiento pacífico BLM, esos murales dramáticos exigen darnos cuenta que todos pertenecemos a la misma familia humana y que nadie tiene el derecho de tratarlos diferente a los demás como lo hace nuestro sistema de justicia estigmatizándolos, encarcelándolos, asesinandolos de maneras desproporcionadas. Exige eliminar la impunidad de sus asesinos, reparación por daños pasados y continuos, inversión en educación y salud, reconstrucción de la economía de manera que puedan ser propietarios y no solo tener acceso a la vivienda, entre otros justos reclamos.
De la mano de algunos artistas, pintores, muralistas llegaron a Fresno las protestas en concentraciones públicas y la voz de ellos también expresada en murales —que suman diez en algunas áreas de la ciudad— reviviendo la tradición muralista surgida en México después de la primera guerra mundial. Arte que convirtió paredes en la voz de quienes no la tenían, reivindicando, más allá de los colores, la estética y la cultura indígena que continuó siendo ignorada después de la revolución misma. En imágenes vivas aquel muralismo se encargó de presentar la realidad histórica como algunos la miraban y otros la vivían. Por fortuna el muralismo continúa vivo y en público.
El mural que presentamos, con sus inmensas posibilidades políticas y sociales, está ubicado en el Barrio Chino de la ciudad de Fresno presentando una diversidad de culturas en símbolos e imágenes con un significado personal para quienes las observan. El mural es una invitación a la reflexión en tiempos caóticos de pandemia y de injusticia que ha exhibido los pies de barro del gigante capitalista. Un llamado a la resistencia y a la solidaridad necesaria entre comunidades diversas. Nos llama retomar el arte como un recurso de fuerza, como medicina para el alma, como semillas sembradas en la conciencia de cada individuo que ayudarán a la siguiente generación a rehuir lo impuesto peleando sus propias batallas de manera creativa sin permitir que la historia se reescriba de nuevo recordando en la voz de Emmory Douglas que “Nada es imposible para quienes pueden mirar lo invisible”.
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Francisco Duarte nació en México y es un activista de Fresno. Pueden contactarlo en fresnohouse@hotmail.com