Aclaremos: no es lo mismo el periódico The Washington Post en inglés, aquel diario que nos ha brindado grandes ejemplos de periodismo, que el Washington Post en Español.
Desde su contenido hasta sus colaboradores, el Washington Post en Español deja mucho qué desear. Tiene en su plantilla de “opinadores” a varios impresentables que en inglés no tendrían la más mínima oportunidad de un espacio en las páginas de ese periódico.
Mi crítica es sobre el artículo “Mientras los periodistas en México son asesinados, el presidente ataca a los medios”, publicada el 15 de febrero pasado.
Primero, porque desde el primer párrafo desinforma. Decir que Carlos Loret de Mola es “una de las figuras mediáticas más destacadas del país” es una vil mentira. Esto revela que quién escribió ese editorial no conoce México, su opinión pública y mucho menos la trayectoria del personaje al que se refiere. O bien busca manipular a los lectores que por el peso del nombre del periódico piensen que es veraz en todos los sentidos.
Y eso está muy lejos de la verdad.
Solo para corroborar lo mencionado, a Loret lo conocen por sus Lordmontajes, porque no ha manipulado la información una vez, sino que han sido múltiples las veces que lo ha hecho, desde que estaba en Televisa.
Todavía tiene un caso pendiente con la justicia por su montaje en el caso Cassez-Vallarta, el cual ha mantenido a Israel Vallarta en la cárcel durante 17 largos años. Tan solo por ese montaje-mentira, un comunicador no podría seguir ejerciendo el oficio periodístico ni un minuto más en otras partes del mundo. Sobre todo en Estados Unidos.
La segunda imprecisión es cuando el texto dice que Loret es un “crítico” asiduo del actual gobierno y quien recientemente publicó un “reportaje” sobre el hijo del presidente de México. Aquí digo imprecisión por no decir mentira; el problema es que en su seudorreportaje —que ha sido criticado incluso por verdaderos periodistas de renombre como Julio Astillero, Fabrizio Mejía Madrid, Alejandro Páez y Jorge Zepeda Patterson, por mencionar algunos— no prueba nada. Son inferencias que saca de su imaginación y su odio hacia el actual mandatario legítimamente electo por la mayoría del electorado mexicano.
Loret se ha dedicado a mentir una y otra vez, igual que lo hizo en los casos de Frida-Sofía (la niña que nunca existió) durante los terribles días del terremoto de septiembre de 2017. También en el de la renuncia de Javier Duarte—que tampoco sucedió—y la detención de El Chapo Guzmán en 2014.
Hablar de Loret sin considerar todos los señalamientos que ha tenido a lo largo de su carrera es un despropósito de The Washington Post en Español.
En el cuarto párrafo, el artículo menciona que el presidente se queja de sus críticos. Pero eso tampoco es verdad.
El presidente López Obrador lo ha dicho una y otra vez, se queja de la propaganda que generan muchos de los periodistas y comentaristas de élite que trabajan precisamente en esos medios que se han visto afectados por la falta dedinero que los anteriores gobiernos tradicionalmente pagaban a la prensa. Algunos de los más afectados fueron el diario El Universal, donde Loret también tiene una columna de opinión y donde en forma natural es norma que varios columnistas publiquen información falsa.
Es por eso que el presidente López Obrador durante sus conferencias de prensa diarias, conocidas como “Las mañaneras” tuvo que iniciar una sección de “Quién es quién en las mentiras” cada semana, para desmentir algunas de las incontables noticias falsas, fuera de contexto, o con ángulos que distorsionan la realidad.
El Presidente usa su derecho a la réplica.
Otro de los problemas del artículo es que no hace la diferencia entre los periodistas de a pie, que son los que están siendo asesinados desde mucho antes de la administración de Felipe Calderón, durante cuyo gobierno se recrudeció la guerra contra los medios informativos y contra los verdaderos periodistas que nada tienen que ver con el caso del falso comunicador que es Loret de Mola.
López Obrador no critica al reportero de a pie. A quien pone en su lugar es a estos individuos como Loret de Mola que trabajan a sueldo de una clase política-empresarial que ha sido desplazada de sus privilegios y corruptelas. Que ahora quiere regresar al poder a seguir haciendo lo mismo que ha hecho siempre: perjudicar a la nación mexicana y a su pueblo menos favorecido.
Por otro lado, todavía está por verse la procedencia real del dinero con el que se mantiene el medio en el que trabaja Loret de Mola, conocido como LatinUS. Ya se ha dicho, claro, que proviene de dinero corporativo extranjero, del erario de algunos estados y de su rival político Roberto Madrazo, quien aparentemente lucraba con el negocio de las medicinas.
También Madrazo se vio afectado por la administración de López Obrador. Ese monopolio que tenían unas cuantas compañías controlaba los medicamentos, entre otros los destinados a los tratamientos de los niños que padecen cáncer, problema que endilgaron al gobierno de López Obrador, a sabiendas de que escondieron y escasearon los fármacos para golpear mediáticamente al presidente.
Es incluso ridículo y penoso que algunos colegas poco informados —o negligentes a informarse bien porque los ciega su odio y su propia ideología— sigan insistiendo en que la Cuarta Transformación “ataca” a los menores enfermos. Como si no supieran de la “guerra sucia” que se inició desde el primer día del actual gobierno.
Desafortunadamente, uno de los objetivos de ese editorial del Washington Post en Español es parte de esa campaña sucia que busca que la gente piense que López Obrador, al igual que el resto de los políticos, es un funcionario “corrupto” y, de esa forma, dar oportunidad a la oposición en 2024.
Ya se ha subido al movimiento de críticas al presidente mexicano el senador republicano Ted Cruz de Texas. Cruz es uno de los políticos apoya movimientos extremistas, racistas, antiinmigrantes y discriminatorios. Después de su derrota ante Trump por la candidatura presidencial de su partido, siempre apoyó al exmandatario. A un presidente que lanzó una guerra sin tregua contra la comunidad inmigrante y contra los mexicanos en particular.
Lamento que este tipo de opiniones sean manejadas tan a la ligera en un diario que ha sabido ganarse la confianza de los lectores en inglés. Pero con ese tipo de opiniones en español lo único que lograrán es manchar el peso periodístico de su publicación hermana, que ha forjado durante décadas.