Por Francisco Duarte
El purismo es una tendencia idealista que busca mantener una doctrina o práctica sin admitir compromisos, cambios o alianzas. Es una forma de conservadurismo que puede caer en la intransigencia cuando no se piensa de manera práctica en la búsqueda de resultados. Lo contrario de ese purismo es perder el balance y convertir en negociables ideales que deben mantenerse. Esta tendencia purista existe en campos tan diversos como el arte, la lingüística, la religión y por supuesto en la vida política. En todas las empresas de la vida necesitamos creer estar realizando algo importante y único que no puede ni debe sustituirse, pero la pregunta es cuándo o hasta dónde esta postura pudiera ser conveniente o cuando la intransigencia puede provocar daños irreversibles.
Tal vez, ese purismo —a mi manera o nada; Bernie or Bust (Bernie o nada)— de un número significativo de seguidores de Berni Sanders terminó contribuyendo a la nefasta presidencia de Donald Trump. A pesar de la invitación de algunos líderes progresistas y del mismo Sanders, a votar por Hillary Clinton (en las elecciones de 2016), algunos “sanderistas” decidieron no participar en el proceso argumentando que de esa manera enviarian un mensaje a los “impuros” provocando en el futuro cambios más progresstas dentro del Partido Demócrata. Finalmente la no participación de muchos resultó definitiva en los resultados. De esa manera le dimos la bienvenida a Donald Trump.
Aunque se continuará discutiendo si la decisión de no apoyar a Hillary Clinton fue la correcta, lo que es aparente es que ese purismo ideológico se rompió en las pasadas elecciones a pesar que muchos seguidores de Berni Sanders piensan que fue despojado de su candidatura con la participación cómplice del Partido Demócrata por considerarlo “no elegible”. Aunque algunos puristas aún continúan atacando a Joe Biden, la mayoría de los que no votaron el 2016, entendieron que, si se quería evitar otros cuatro años del trumpismo racista, mitómano y corrupto, era necesario negociar, hacer alianza, ceder, cuando su ideal no fue posible con Sanders fuera de la contienda.
En estos campos de las ideologías políticas se hace necesario tomar decisiones con pragmatismo buscando lograr el bien mayor para todos. Para lograr una apertura en las negociaciones por una reforma migratoria, mejorar las condiciones de nuestra gente trabajadora sin documentos, etc, es necesario mantenerse ecuánimes y abiertos. La propuesta migratoria de 2004 bajo la administración de George W. Bush falló en obtener los votos necesarios por no existir un compromiso entre las partes. Un compromiso que algunos consideraron inaceptable bajo las condiciones humillantes de la propuesta que en su mayor parte se limitaba a un contrato de trabajo sin rumbo a la legalización. En las negociaciones que vienen, como en el pasado, lo seguro es que ningún partido tendrá todo lo que pide, cree justo o necesario. Habrá que abandonar el purismo, la “perfección” y ajustarse a la realidad del momento sin permitir que las convicciones, la razón de ser, se diluyan en la nada.
John Dalhuisen, ex director de Amnistía Internacional y un activista pro-inmigrante está en desacuerdo con el idealismo intransigente de “conservar sus principios mientras los inmigrantes continúan ahogándose en el Mediterráneo”. Una frase que define su filosofía es: “si no haces compromisos, pierdes”. Siempre habrá áreas en las que se puede ceder y otras en las que hacerlo sería destructivo. Descubrir esas áreas es el arte de hacer política.
Como progresistas, debemos reconocer nuestra imperfección y las consecuencias de vivir dentro de una democracia, a riesgo de provocar divisiones que nos debilitan fortaleciendo a los enemigos de la equidad; MORENA, el partido progresista de México, se encuentra en esa encrucijada. Un número de puristas “de la base” se llaman traicionados por la aceptación de miembros “impuros” de otros partidos como candidatos provocando ya divisiones y desacuerdos con el liderazgo “impuro” del partido, fallando en seguir el ejemplo de Andrés Manuel López Obrador, que ha unido a su gabinete y a su proyecto de transformación a miembros de otros partidos. Parafraseando al diputado G.F. Noroña: El compañero presidente no se ha hecho como ellos. Los que llegan no deben robar, ni mentir, ni traicionar…”
El destino de México, de Estados Unidos y el del mundo se encuentra en las manos de quienes no buscan obtener victorias en argumentos, sino el mayor beneficio para su país aun a costa de aspiraciones personales. En más de una ocasión tendremos que hacer ajustes, estar dispuestos a perder un poco para ganar más en beneficio de la convivencia, y siempre decididos a continuar avanzando paso a paso hacia el progreso, la justicia y el bienestar general del pueblo.
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Francisco Duarte nació en México y es un activista de Fresno. Pueden contactarlo en fresnohouse@hotmail.com.