Por Julio César Ocaña
“La Izquierda Mexicana del Siglo XX”, publicada por la Universidad Autónoma de México, es una verdadera biblioteca, se trata de un libro de libros que constituye, en su totalidad, un compendio monumental que cuenta una historia que no había sido antes contada. Una historia con actores, acciones, pensamientos y momentos que contribuyeron a forjar la gran historia del México del siglo XX, y de la que, sin embargo, nada o muy poco se sabe.
Esta enciclopedia —de la cual se publicaron ya tres tomos de un total de seis— no es obra de un solo individuo, sino que es fruto de un ente colectivo: un conjunto de sonidos ejecutados con su propia línea melódica y combinados magistralmente por Arturo Martínez Nateras, creador del concepto.
Para tejer esta vasta red de datos, perspectivas, memorias y saberes en torno a una parte de la historia mexicana que la historiografía oficial se esmeró en mantener oculta, o muy poco visible y sesgada, a lo largo de todo el siglo pasado y aun en lo que va del presente, negándole así al pueblo de México el acceso al conocimiento de momentos, personajes, ideas y movimientos reales que resultan piezas imprescindibles para completar el gran puzzle de la historia reciente de todos los mexicanos.
Basten tan sólo estos dos aspectos para resaltar la relevancia y el valor trascendental de esta obra enciclopédica.
Refiriéndome al primero de ellos, intentaré un acercamiento en torno al porqué del menosprecio de la historiografía oficial hacia los actores de izquierda y a los momentos que todos ellos protagonizaron a lo largo del siglo XX; de manera particular hacia la izquierda socialista y comunista que, para asombro y seguramente cierto escepticismo de no pocos, jugó un papel decisivo en los nudos históricos del pueblo mexicano.
La sociedad mexicana es una sociedad preponderantemente conservadora, y como tal, aferrada a viejos dogmas, visiones, ilusiones y tradiciones, y por tanto intolerante y cerrada frente a cualquier forma de pensamiento que no sea acorde a esos viejos dogmas, visiones, ilusiones y tradiciones. Y más aún es una sociedad anticomunista.
Recordemos: el Manifiesto del Partido Comunista fue publicado por primera vez el 21 de febrero de 1848 en Londres, así que bien podríamos tomar esta fecha como el nacimiento simbólico del marxismo. 36 años después, en 1884, dicha obra fue publicada en México y conocida por círculos de trabajadores y de intelectuales, aunque de manera muy limitada. En ese tiempo, el proletariado industrial se encontraba en su fase de surgimiento. Las relaciones capitalistas de producción todavía no se habían impuesto en la base económica y, por lo tanto, la contradicción Capital–Trabajo aún no se hallaba en el centro de la confrontación de clases. El país sufría bajo la opresión de una dictadura militar reaccionaria y pro-imperialista; la retrógrada y anquilosada iglesia católica dominaba ideológicamente en todo el país, al mismo tiempo que constituía un importante poder político y económico.
Estas circunstancias influyeron de manera negativa sobre el proceso de la propagación del socialismo científico y de la cosmovisión comunista en general. Al momento de la publicación del Manifiesto Comunista en Europa, la iglesia católica dio inicio a una rabiosa campaña anticomunista en plena coincidencia con la clase burguesa, que por obvias razones veía en el ideal comunista una amenaza letal.
El comunismo era condenado sin miramiento alguno por el Vaticano, y además de prohibido fue señalado por el Papa como “obra del demonio”. Esta cruzada anticomunista no solamente fue asumida por los predicadores católicos en Europa, sino también en los países latinoamericanos.
De esta manera, sucedió que en México fue implantado el anticomunismo en la conciencia de los mexicanos tres décadas antes de que las ideas comunistas llegaran y comenzaran a propagarse en territorio nacional. En Europa, el anticomunismo fue una reacción ante la creciente influencia y el poder de convencimiento del marxismo, sobre todo entre la clase obrera y la intelectualidad. En América, en cambio, particularmente en nuestro país, se estaba atacando al enemigo y se le estaba condenando, satanizando, excomulgando, ejecutando y sepultando, mucho antes de que se supiera quién era en realidad el enemigo a combatir, satanizar, excomulgar, ejecutar y sepultar.
Los prejuicios y las mentiras anticomunistas fueron difundidas valiéndose de la fuerte conciencia religiosa y del fanatismo propiciado y alimentado desde el púlpito en todos los rincones de México. La propaganda anticomunista hizo eco efectivo en la conciencia de las masas populares y se consolidó como un poderoso obstáculo para la propagación del pensamiento marxista, obstáculo que aún hoy no es fácil superar, sobre todo en el campo y en lugares poco desarrollados de la geografía nacional.
Por lo que respecta a los sucesivos gobiernos (más burgueses que democráticos) emanados de la revolución democrático-burguesa de 1910-1940, estos hicieron su parte; no estaban interesados en tolerar, mucho menos en valorar las visiones y las acciones de personajes y movimientos de izquierda, sino más bien lo contrario, razón por la cual estos fueron simplemente ignorados por la historiografía oficial.
Pareciera, pues, como si la izquierda mexicana más consciente y consecuente no hubiese formado parte de, ni hubiese sido activa y heroica forjadora de nuestra historia contemporánea. He ahí, entonces, el valor de este gran compendio histórico.
Para concluir este breve comentario, me permito hacer un somero recuento del contenido del Tomo tres:, “La izquierda. Artes y humanidades. Trazos y perspectiva”.
El libro se rige por una metodología innovadora y vanguardista que divide los textos en cuatro grandes bloques: “Territorios subversivos”, “Heterotopías: espacios de encuentro”, “Estrategias plásticas del activismo”, “El archivo, la imagen, el texto, la emancipación”, y un por demás interesante anexo: “La ruta de la izquierda en la ciudad de México”.
A su vez, estos cuatro bloques se dividen en 10 provocativos subbloques: “Utopías, ucronías, revoluciones, el presente”; “Archipiélagos comunitarios y movimientos sociales”; “Pensamiento crítico”; “Refugios, exilios, migraciones, desplazamientos”; “Arquitectura social, muralismo y arte público”; “Puño y letra: de la imprenta a la calle”; “Narrativa y poética: las tramas de la izquierda”; “La verdad y las nuevas formas de la información”; “Conflictos, revueltas, memorias de luz” y “Sonidos de la resistencia”.
Los 54 ensayos, clasificados en dichos bloques y subbloques, son todos reveladores y apasionantes.
Luego de la consabida presentación, a cargo del coordinador de “La Izquierda…”, inicia este magnífico tomo con el ensayo de Juan Villoro: “La duración de la impaciencia, discurso sobre el tiempo político”. De allí en adelante, el magistral volumen de marras nos regala, en sus espléndidas 804 páginas, textos tales como: “Vanguardia y arte posrevolucionario en México”, “Esbozo histórico de la relación entre el marxismo y la filosofía en México”, “La literatura mexicana del siglo XX a la luz de la revolución”, “La novela de la guerrilla”, “El ardiente amanecer del mundo: apuntes sobre la poesía de izquierda en México”, “La cámara doble: fotografía de izquierda en México”, “Compendio de la izquierda en el cine mexicano”, “La corazonada siniestra: cuatro instantes a la izquierda de la literatura mexicana”, y “Los epifenómenos de la guerra, la verdad y las nuevas formas de información”.
En resumen, y como conclusión, podemos decir que esta ambiciosa y visionaria obra constituye, desde ya, una importantísima aportación, que el tiempo mismo se encargará de calificar como imprescindible, para el conocimiento y el reconocimiento de una fuerza social, política, intelectual y artística de primer orden en la historia contemporánea de nuestro país, y para la valoración objetiva y justa de su rol en el devenir histórico de México. La historia del siglo XX mexicano sería una historia incompleta y distorsionada sin esta valiosísima aportación.
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Julio César Ocaña es un pensador y escritor mexicano, estudió Economía Política en Alemania Oriental, su contacto es jcmartioca@gmail.com