Por Francisco Duarte
Por variadas razones las elecciones para la presidencia de este país entre el actual presidente, el Republicano Donald Trump, y el Demócrata Joe Biden, nos dejan un panorama nacional agridulce. Dulce para quienes pensamos que ganó el candidato más conveniente para el país en general y para los latinos y otras minorías en particular; porque abre un espacio para impulsar las políticas humanistas que deberían adoptarse para el bienestar público. Agrio porque de nuevo millones de votantes sin otra opción hemos sido forzados a votar en contra de un candidato y no a favor del nuestro; por el número de ciudadanos sin precedentes que votaron por la continuidad de la presente administración mostrando la profunda división interna del país —división también mostrada en las cámaras del congreso— lo que nos señala el largo camino que hay aún por recorrer.
Cuando consideramos el carácter, las acciones, las mentiras constantes del actual presidente tendríamos razones para pensar que una mayoría abrumadora votaría para deshacerse de esta administración. La verdad es que su número de apoyo creció en vez de disminuir. La mentira y la calumnia continúan expandiéndose con Trump y su pandilla republicana alegando fraude electoral sin pruebas, calumniando a los encargados del proceso electoral en un ataque frontal a nuestra democracia y de paso la violencia en nuestras calles. La batalla por la presidencia fue cuesta arriba con un presidente con todos los recursos de desinformación a su alcance y una desvergüenza y desdén absoluto por la verdad. La oposición debió enfrentar a un demagogo apoyado por grupos incondicionales que utilizó además al departamento de justicia, a diplomáticos y al departamento de inteligencia para intimidar a los oponentes, a la policía federal para suprimir demostraciones públicas, reclutó a empleados del gobierno para su campaña, saboteó operaciones del servicio postal, puso su nombre en cheques de fondos públicos, según un artículo del Washington Post de Dana Milbank.
Aún así la mayoría en esta América negó su apoyo a una presidencia violenta y divisiva eligiendo restaurar la decencia sobre la mentira cotidiana y la comunicación humana sobre la crueldad manifiesta de esta administración. Aunque aún tenemos un largo camino por recorrer, es alentador que la participación de votantes latinos y otras minorías fue en números récord, convirtiendo en azul (color del Partido Demócrata) el estado de Arizona, en particular en las comunidades de Maricopa, Pima y Yuma, e inclinando la balanza a favor del demócrata en Nevada.
La mayoría estaremos de acuerdo que con la elección del presidente número 46 el trabajo apenas comienza. Para algunos observadores de la política, los dos partidos que se alternan el poder en este país son el collar del mismo perro aunque creo podríamos argumentar que un perro es más grande que el otro y que sí, sin bajar la guardia, esperamos cambios significativos en esta administración. Tenemos pendientes que no se pueden continuar soslayando temas como una reforma migratoria integral, la reducción de la desigualdad económica, nuestro sistema de salud y de educación que se conviertan en un derecho de todos y no en un privilegio de pocos; se debe terminar con la violencia y la impunidad policiaca, reformar un sistema de justicia que afecta de manera desproporcionada a las minorías convirtiendo al sistema carcelario en negocios privados. El lugar de la ciencia en el gobierno debe restaurarse y regresar a las alianzas con el mundo para detener en lo posible el cambio climático y el peligro de una guerra en la que no habría ganador. La intromisión del poder corporativo en la política debe detenerse a riesgo de continuar más y más convirtiendo esta democracia en un Estado Profundo controlado por el capital y su poder de manipulación sobre la población llevándoles a menudo a elegir asuntos y candidatos en contra de sus propios intereses. Considerando que aún se continúa manipulando la voluntad popular con desinformación descarada sobre el significado de socialismo es necesario que se incluya esa información básica en los planes de educación desde los primeros años de instrucción. En realidad la ignorancia de tantos millones de estadounidenses en estos temas es vergonzosa.
Los latinos tenemos el compromiso de continuar participando con mayor entendimiento y determinación en los asuntos de la política nacional. Muchos de los temas políticos representan la diferencia entre la vida o la muerte para muchos.
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Francisco Duarte nació en México y es un activista de Fresno. Pueden contactarlo en fresnohouse@hotmail.com