La organización Oxfam informó a fines de enero que los diez hombres más ricos del mundo duplicaron su riqueza durante la pandemia—de 700 mil millones a 1,5 billones de dólares—, mientras que los ingresos del 99% de la población mundial disminuyeron. La organización declaró al respecto: “Las crecientes desigualdades económicas, de género y raciales, así como la inequidad que existe entre países, están destrozando nuestro mundo”. Mientras tanto, la asamblea anual del Foro Económico Mundial, que suele celebrarse en la ciudad de Davos, se está llevando a cabo de forma virtual por segundo año consecutivo debido a la pandemia. Los millonarios y multimillonarios son tradicionalmente invitados a la conferencia de Davos para que aporten sus ideas y reflexiones sobre los problemas actuales, desde el cambio climático catastrófico hasta la COVID-19. Más allá de lo que se debate en este cenáculo virtual, Oxfam señala que, en el mundo real, la desigualdad mata a una persona cada cuatro segundos.
La desigualdad económica también asola a Estados Unidos. El obispo William Barber, copresidente de la Campaña de los Pobres, dijo a Democracy Now! al día siguiente del feriado que conmemora el nacimiento de Martin Luther King: “Tiene que haber un cambio moral en este país; tiene que haber un cambio en el poder. Como dijo Martin Luther King, el verdadero problema que siempre hemos tenido en relación con los derechos electorales es el miedo que tiene la aristocracia a que las masas de personas pobres y de bajos recursos—tanto negras como blancas—se unan para votar una alternativa que cambie la arquitectura económica del país. […] De hecho, en 1967, el Dr. King dijo: ‘Los problemas de injusticia racial y económica no pueden resolverse sin una redistribución radical del poder político y económico’”.
El obispo Barber ha consolidado el legado de Martin Luther King durante años y afirma que el camino hacia un cambio progresista radica en organizar a las personas pobres y de bajos recursos. Barber yuxtapone la rápida aprobación en el Congreso de los paquetes de ayuda económica por el coronavirus favorables a las empresas con el reciente fracaso en la aprobación del plan de gastos públicos Reconstruir Mejor y los proyectos de ley sobre el derecho al voto:
“Cuando se trata de las empresas, obtienen todo lo que piden. Querían cuatro o cinco billones de dólares, y obtuvieron cuatro o cinco billones de dólares. Los multimillonarios ganaron dos billones de dólares en los primeros 20 meses de la pandemia del coronavirus y continúan aumentando sus fortunas. Cuando se trata de temas como la pobreza y el derecho al voto, en primer lugar, bifurcamos esos temas de una forma en que las fuerzas opresoras nunca los bifurcan. Luego, hacemos concesiones una y otra vez en lugar de pelear [por lo que reclamamos]. A la larga, si no tenemos cuidado, será como si Frederick Douglass, en su lucha contra la esclavitud, se hubiera conformado con tener solo un fin de semana largo en lugar de la emancipación y la libertad definitivas”.
La pandemia de COVID-19 ha profundizado la desigualdad a escala global. La mayoría de los países ricos han vacunado a más del 70% de su población, mientras que en muchos países pobres, especialmente en África, las tasas de vacunación aún están por debajo del 10%. La Organización Mundial de la Salud señala en su sitio web: “El fracaso mundial en el reparto equitativo de las vacunas está pasando factura a algunas de las personas más pobres y vulnerables del mundo. Las nuevas variantes preocupantes hacen que los riesgos de infección hayan aumentado en todos los países para las personas que aún no están protegidas mediante vacunación”. Podrían surgir nuevas variantes más agresivas de este virus que no respeta fronteras. Mientras haya gente que aún esté en riesgo por la COVID-19, todos permaneceremos en riesgo.
La organización Public Citizen publicó un informe detallado en mayo de 2021 sobre cómo se podrían producir ocho mil millones de dosis de vacunas de ARNmensajero en un año por un estimado de 23.000 millones de dólares, siempre y cuando los titulares de las patentes de las vacunas, como las empresas Pfizer y Moderna, cooperaran. Public Citizen denomina a la vacuna contra la COVID-19 de Moderna, ”NIH-Moderna”, en referencia a las siglas en inglés de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, NIH, cuyos científicos desempeñaron un papel clave en el desarrollo de esa vacuna tan necesaria para salvar vidas, así como también por la gran inversión de fondos públicos que se hizo para apoyar su desarrollo.
Las ganancias que producen las vacunas han generado al menos nueve nuevos multimillonarios vinculados a las empresas Moderna y BioNTech, así como también a la farmacéutica china CanSino. Estas personas suman entre ellas una nueva riqueza de más de 19.000 millones de dólares, según la Alianza Vacuna para el Pueblo. Otros ocho multimillonarios que invirtieron en estas corporaciones también obtuvieron una fortuna extra combinada de 32.000 millones de dólares. Según Oxfam, las empresas Pfizer-BioNTech y Moderna —o ”NIH-Moderna”, como la denomina Public Citizen— ganan 1.000 dólares por segundo, mientras que miles de millones de personas en todo el mundo siguen sin vacunarse o solo han recibido una dosis de la vacuna.
Hasta ahora, ni los debates del Foro Económico Mundial de Davos, ni la filantropía combinada de los más de 2.755 multimillonarios del mundo han logrado vacunar a las y los pobres del mundo. Es por eso que se ha formado una amplia coalición de movimientos sociales a nivel mundial que insta a los Gobiernos del mundo a cobrar impuestos a los ricos.
“Es hora de imponer un impuesto sobre el patrimonio a los superricos y a los multimillonarios del mundo”, escribió Chuck Collins, del Instituto de Estudios Políticos (IPS, por sus siglas en inglés) y la Alianza para la Lucha contra la Desigualdad, al presentar su informe titulado “Gravar la riqueza extrema”. Agrega Collins: “No se trata simplemente de recaudar impuestos para vacunar a las poblaciones de todo el mundo e invertir en sistemas sólidos de salud pública. Se trata también de un impuesto a la riqueza para salvar a la democracia de la concentración extrema de riqueza y poder”.
El informe de Collins estima que un impuesto escalonado a las personas cuyos patrimonios superen los cinco millones de dólares recaudaría 2,5 billones de dólares anuales. Esos fondos podrían ayudar a contener esta pandemia, invertir en medidas de salud pública para prevenir nuevas pandemias en el futuro, y sacar a millones de personas de la pobreza. Impongan impuestos a los ricos.