Esta nota fue publicada en Fresnoland.org
Nohemí Ramírez ha trabajado durante más de 14 años en los campos agrícolas y en las empacadoras de los alrededores de Huron, una pequeña ciudad rural situada 50 millas al suroeste de Fresno.
Ramírez, una inmigrante de 52 años originaria de Veracruz, México, dijo que Huron es un “lugar perfecto”, donde tiene todo lo que necesita: comunidad, amigos tan cercanos que se sienten como familia, y especialmente, trabajo.
Pero todo eso está en peligro debido a la actual sequía, que ahora registra un periodo de los tres años más secos de la historia de California. Con miles de hectáreas abandonadas que rodean la ciudad, o retiradas de la producción, Ramírez dijo que ella y sus compañeros trabajadores agrícolas de Huron batallaron para encontrar trabajo en el campo en la pasada temporada de cosecha.
Los trabajadores agrícolas del Valle Central ya han enfrentado una serie de cambios en su forma de vida en los últimos años. Ramírez y cuatro trabajadores agrícolas, actuales o antiguos, entrevistados para este artículo dijeron que la sequía—junto con el impacto agravante de una ley de California de 2016 que requiere que los agricultores les paguen a los trabajadores horas extras después de ocho horas, y la pandemia— ha dado lugar a menos horas y menos ingresos.
“Nuestro trabajo y nuestras horas se redujeron; tenemos muchos desempleados”, dijo. “El precio de la comida sube, y el de las casas y los impuestos y todo sube y no para. ¿Y nosotros de qué manera nos vamos a mantener?”.
La industria agrícola de California perdió más de $1.000 millones en ingresos y más de 8.750 empleos directos, ya que los agricultores, principalmente del Valle Central, sacaron de producción casi 400.000 acres solamente en 2021.
La sequía llega en un momento en el que las agencias locales del agua también han tenido que empezar a aplicar planes de sostenibilidad de las aguas subterráneas como parte de la Ley de Gestión Sostenible de Aguas Subterráneas (SGMA) de California de 2014, la ley estatal destinada a proteger los recursos hídricos subterráneos. Esto ha provocado que los agricultores tengan aún menos agua.
Y algunos expertos dicen que las cosas pudieran empeorar.
Economistas de UC Berkeley estiman que, en las próximas dos o tres décadas, es probable que el centro del Valle de San Joaquín sea testigo de la retirada permanentemente de la producción cerca de un millón de acres de tierras agrícolas, es decir, alrededor de una quinta parte de la tierra productiva, lo que supondrá la pérdida de 42.000 empleos directos en el sector agrícola y de servicios.
Estos desafíos ya están presentes en Huron, el hogar de Ramírez y una ciudad mayoritariamente latina. Las comunidades rurales, de bajos ingresos y latinas son las que más riesgo corren en periodos de sequía, según un reporte de la oficina del analista legislativo de 2021.
Ramírez dijo que podría mudarse a Sacramento a buscar nuevas oportunidades de empleo.
“Lo estoy contemplando”, dice. “Estoy esperando el cambio—a ver si hay un cambio ”.
Aunque algunos líderes de la industria agrícola dicen que temen que los trabajadores agrícolas se vean obligados a abandonar el centro del Valle de San Joaquín en busca de trabajo, los expertos dicen que los trabajadores agrícolas no quieren dejar sus hogares y, por lo tanto, es poco probable una migración a gran escala de los trabajadores.
Por su parte, los dirigentes de la ciudad de Huron pretenden que los “huroneros”, o habitantes de Huron, tengan menos empleos que dependan del agua y más oportunidades económicas.
“Somos la ciudad agrícola más resistente al clima, o al menos nos esforzamos por serlo”, dijo el alcalde de Huron, Rey León.
De este modo, si la sequía empeora, “hay alguna esperanza de sobrevivencia”, dijo León.
Huron: el corazón del Valle
Huron—una ciudad a la que se suele llamar la “cornucopia” del Valle de San Joaquín—solía ser un lugar con “abundancia” de trabajo, dijo Ramírez.
Los trabajadores agrícolas migrantes solían inundar la ciudad durante la temporada de cosecha de lechuga a principios de la primavera y a finales del otoño, cuando el trabajo era abundante.
“Hubo un momento en nuestra historia, no hace mucho tiempo, en que solíamos tener 8.000 trabajadores agrícolas migrantes por temporada”, dijo León.
Esta afluencia de personas—que necesitaban lugares para dormir, comer y poner gasolina—supuso un “enorme estímulo económico” para la ciudad, dijo León. “La calle principal era como el centro de Los Ángeles, si no es que peor”.
Pero todo eso empezó a cambiar hace unos 20 años, dijo León.
A lo largo de los años, los agricultores de Huron y otras comunidades del oeste del Condado de Fresno han enfrentado tarifas de agua más altas y la competencia de productos importados más baratos, dijo Philip Martin, profesor emérito de economía agrícola y de los recursos en la UC Davis, en una declaración enviada por correo electrónico a The Bee/Fresnoland.
Como resultado, los productores se inclinaron por cultivos de mayor valor, dijo. Algunos de estos cultivos, como las almendras, son menos intensivos en mano de obra y, por tanto, requieren menos trabajadores.
Junto con las almendras, los pistachos, los tomates y las uvas son algunos de los cultivos de la región, según un reporte de 2021 del Distrito de Agua de Westlands, la agencia del agua que da servicio a las agroindustrias locales que rodean a Huron. El año pasado, los agricultores dejaron sin plantar más de un tercio de las 563.616 hectáreas del Distrito de Agua de Westlands.
León dijo que todos estos cambios significaron que ya no había suficiente trabajo para mantener a miles de trabajadores migrantes además de la población local.
“Nuestra realidad es muy diferente ahora”, dijo León. “La economía en Huron no es la misma”.
Huron, con una población de 6.222 habitantes, tenía un 94.5% de latinos y una tasa de pobreza del 41.3% hasta el 2021, según los datos más recientes del Censo.
Ana Trejo, miembro del comité de Líderes Campesinas en Huron, una organización sin fines de lucro que apoya a las trabajadoras agrícolas, dijo que la pérdida de trabajo agrícola inducida por la sequía tiene un efecto dominó en el bienestar económico de la comunidad.
Algunos residentes de Huron que no trabajan en los campos se ganan la vida vendiendo comidas a los trabajadores agrícolas o dándoles “raites” a los campos. Los vendedores de comida se estacionan junto a los huertos de pistachos y almendras para vender tacos, fruta fresca—mangos, melones y cocos— y refrescos a los trabajadores agrícolas y otros transeúntes.
Trejo, de 64 años, solía trabajar en el campo, pero hoy se gana la vida cuidando a los hijos de los trabajadores agrícolas. Últimamente, ha visto fluctuar su flujo de clientes.
“Supuestamente la temporada alta de la cosecha es la mejor época para trabajar”, dijo.
Pero los padres trabajadores agrícolas le dicen lo contrario.
“De repente, las madres me dicen: ‘No voy a trabajar, los empleadores nos pusieron en pausa hasta nuevo aviso’”.
“Allí es donde yo me doy cuenta (que el empleo ha bajado)”, dijo.
¿Un posible ‘Dust Bowl’?
Manuel Cuhna Jr., presidente de Nisei Farmers League, dijo que conoce a agricultores que se trasladaron a otros estados debido a los elevados costos de la mano de obra y el agua asociados a la actividad empresarial en California.
A medida que la sequía se prolonga, limitando aún más las oportunidades de empleo agrícola, dice que le preocupa que los trabajadores tengan que conducir cada vez más lejos para trabajar.
O lo que es peor, que pudieran abandonar por completo las comunidades rurales del Valle Central, como Huron.
“El lado oeste va a recibir un golpe tremendo porque esa tierra se va a secar”, dijo. “Y, ¿a dónde irán esos trabajadores?”.
Cuhna dijo que le gustaría ver más proyectos de almacenamiento de agua, como presas, para ayudar a mejorar el acceso al agua en el Valle Central. Sin eso, dijo, “habrá una migración”.
Ian LeMay, presidente de California Fresh Fruit Association, dijo que una migración masiva es el “peor de los escenarios”.
Le May advirtió, sin embargo, que retirar un millón de acres de tierras de cultivo del centro del Valle de San Joaquín en las próximas dos o tres décadas—como algunos han predicho que ocurrirá con SGMA—pudiera conducir a una “pérdida masiva de empleos” que obligaría a la gente a desplazarse.
Dijo que el estado debería “intentar salvar cada acre de tierra que podamos” para evitar que sea retirado de la producción.
“Mi familia no sería californiana hoy si no hubiera existido el Dust Bowl en Oklahoma”, dijo en una entrevista con KVPR el 22 de septiembre.
“Si no se mitiga correctamente”, dijo, un evento del tipo del Dust Bowl “pudiera convertirse en una realidad aquí en el Valle Central de San Joaquín”.
Sin embargo, los temores sobre una posible migración masiva son especulativos en este momento. Los expertos que estudian la sequía, la agricultura y la mano de obra agrícola afirman que las proyecciones de pérdidas masivas de empleo relacionadas con la sequía están infladas.
Josué Medellín-Azuara, miembro adjunto del Public Policy Institute of California y profesor asociado de ingeniería civil y medioambiental en la UC Merced, dijo que, según su análisis de las tendencias históricas de la sequía en el empleo, es “poco probable” que el Valle Central sufra despidos masivos o migraciones causadas por la normativa o los fenómenos climáticos.
Aun así, dijo, “deberíamos tener cuidado al decir que unos pocos miles de empleos (perdidos) no marcan una diferencia en la economía en general”, dijo.
Otros, como Martin, de la UC Davis, señalaron que las proyecciones de pérdidas de empleos relacionadas con la sequía han sobrestimado el impacto de la pérdida de empleos en el pasado.
El alcalde de Huron, León, dijo que está haciendo todo lo que puede para asegurarse de que estos temores no se hagan realidad.
“Puedo ver que ocurre en (algunas) comunidades”, dijo. “Estoy tratando de prevenir que pase en la mía”.
León usa su capacidad como alcalde de Huron y como fundador y director ejecutivo de The LEAP Institute (Latino Equity Advocacy & Policy), una organización sin fines de lucro con sede en el valle, para abogar por una economía más diversa.
Su organización sin fines de lucro está pagando para capacitar a personas para empleos en la energía solar. También lanzó un programa verde de vehículos eléctricos ‘raiteros’ para compartir viajes.
En 2018, León firmó una ordenanza municipal que requiere que las nuevas urbanizaciones en la ciudad usen sistemas de aguas residuales, lo que espera que traiga empleos de plomería a Huron. Él espera eventualmente atraer a la ciudad industrias como la manufactura, el ensamblaje y la tecnología agrícola y la sostenibilidad.
Huron necesita una economía, dijo León, que “no dependa al 100% de la cantidad de agua de la que tradicionalmente hemos dependido”.
‘La gente necesita un lugar donde comer’
Bares, taquerías, mercados, una pizzería Straw Hat Pizza y un salón de belleza son algunos de los pequeños negocios que bordean Lassen Avenue, la vía principal que atraviesa Huron.
En agosto, aparecieron dos nuevos negocios en Lassen Avenue: La Nueva Segunda, una tienda de segunda mano, y Mariscos del Malecón, una nueva marisquería.
Rosa Moreno abrió los negocios en busca de un trabajo menos exigente físicamente. Ha trabajado en el campo desde los 12 años.
Hasta ahora, Moreno ha contratado a tres personas para ayudar en sus negocios. Una de ellas es Ramírez, la trabajadora agrícola en busca de trabajo.
Por ahora, Ramírez decidió quedarse en Huron, donde trabaja unas dos o tres horas a la semana, clasificando ropa y cobrándole a los clientes en la tienda de segunda mano, para poder llegar a fin de mes.
Los miembros y líderes de la comunidad de Huron dicen que confían en que la comunidad resistirá ante el cambio climático.
“No importa lo difícil que sea”, dijo el alcalde León, “mucha gente será muy terca y resistirá”.
Moreno está de acuerdo. “Hay muchos cambios en Hurón”, dijo Moreno en español. “Y a pesar de los cambios negativos, como la falta de agua, la gente no está realmente convencida de irse”.
En lugar de eso, tratan de adaptarse, dijo. “Siguen construyendo casas, apartamentos y haciendo otras cosas para que Huron