En el “Encuentro de la Sal de la Tierra” organizado por el Pan Valley Institute del Comité de Servicios de los Amigos Americanos (PVI-AFSC), del Valle Central, los participantes visitaron cinco pequeñas granjas orgánicas dirigidas por agricultores inmigrantes de diversos orígenes culturales. En una de las fincas, los visitantes comieron deliciosas fresas cultivadas por Saetern Cheng, un refugiado del sudeste asiático. Al igual que él, todos los agricultores compartieron sobre su papel vital como administradores de la tierra y los sistemas alimentarios en el Valle Central y su impacto en los Estados Unidos.
Según los Servicios Geológicos de los Estados Unidos, el Valle Central de California produce el 25 % de los alimentos del país, incluido el 40 % de nuestras frutas, verduras y nueces, entre otros alimentos de mesa. El Valle Central suministra alrededor del 8 % de la producción agrícola de los Estados Unidos, utilizando menos del 1 % de las tierras agrícolas del país. Entonces, ¿cómo es que la tierra que produce gran parte de los alimentos de la nación también alberga la segunda ciudad con mayor inseguridad alimentaria, Fresno, en los Estados Unidos? Una forma de entender esta paradoja es examinando de cerca la Ley Agrícola.
¿Qué es la Ley Agrícola?
Cada cinco años, el Congreso re-autoriza la Ley Agrícola, una legislación ómnibus masiva que determina la política federal en materia de alimentación y agricultura. La última Ley Agrícola se autorizó en 2018 y costó alrededor de $428 mil millones durante cinco años. Caduca este año, y el nuevo debe ser re-autorizado este septiembre.
Desde granjeros como Cheng hasta el niño que come almuerzos escolares gratis en la ciudad, todos tenemos interés en sí las injusticias alimentarias que vemos en nuestras comunidades continuarán convirtiéndose en ley. Debido al papel vital que juegan los alimentos en nuestra vida cotidiana, la Ley Agrícola afecta la calidad de nuestro medio ambiente, la salud y, para muchos de nosotros, el lugar donde vivimos y trabajamos.
En 1933, se creó la primera Ley Agrícola para abordar los problemas que enfrentan los agricultores y, con el tiempo, creció para incluir recursos para abordar el hambre generalizada, la calidad del medio ambiente y la disponibilidad de infraestructura adecuada en las comunidades rurales.
La Ley Agrícola tiene 12 áreas de enfoque, pero las cuatro categorías principales o títulos son nutrición, seguro de cultivos, productos básicos y conservación. A pesar de su amplio alcance, el proyecto de ley no cubre temas como la seguridad alimentaria, los derechos y protecciones de los trabajadores agrícolas y de alimentos, los derechos de agua de riego, algunas leyes de pesticidas o programas de asistencia alimentaria como el programa Mujeres, Bebés y Niños (WIC).
El proyecto de ley asegura que una cantidad considerable de fondos llegue al Valle Central a través de subsidios agrícolas, beneficios de cupones para alimentos, seguro de cosechas y más. Pero la mayoría de los subsidios se destinan a operaciones ganaderas y avícolas controladas por corporaciones y a la producción de granos (como maíz y soya) para alimentar a los animales, no a los miembros de nuestra comunidad.
Solo alrededor del 4% de los subsidios federales llegan a agricultores como Cheng, que cultivan frutas y verduras, también conocidas como “cultivos especiales”. Existe la necesidad de que la Ley Agrícola asigne más fondos para cultivos especiales porque son vitales para una dieta saludable y nutritiva. Además, estos cultivos comprenden la mayor parte de la producción agrícola de California.
La tierra de cultivo orgánico de Cheng, ubicada en el condado de Madera, ha cambiado de dueño, por lo que este agricultor ahora debe encontrar nuevas tierras para alquilar y cultivar sus frutas y verduras. Las tierras de cultivo orgánicas son difíciles de conseguir cuando los pesticidas y los fertilizantes químicos se usan ampliamente.
El acceso a la tierra para los pequeños agricultores también es un problema. Cheng dijo que la financiación en la Ley Agrícola no ayudaría con sus costos de reubicación y compra de tierras. Incluso hay menos recursos disponibles para los agricultores y productores negros, indígenas y personas de color debido a la discriminación comprobada y la inequidad en el apoyo técnico y la asistencia para estos agricultores y productores.
¿Hambre en la Ley Agrícola?
Si bien la pandemia de Covid exacerbó los problemas del hambre, la realidad es que arroja aún más luz sobre los problemas profundamente arraigados en el sistema alimentario y planteó preguntas sobre las causas fundamentales del hambre en nuestra sociedad. Según un informe del Center for American Progress, casi 24 millones de hogares en los Estados Unidos a menudo no tienen suficientes alimentos para comer durante la semana.
Muchos hogares recurrieron a los programas federales de asistencia nutricional, como el Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP), por primera vez. Los números de Fresno son alarmantes. Feeding America estima que más de 100,000 personas padecen inseguridad alimentaria en Fresno. Según el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, el condado de Fresno tiene 12 áreas que son desiertos alimentarios o “los segregados alimentarios”, como los han definido los defensores de la justicia alimentaria.
El título de nutrición en la Ley Agrícola representa más del 80% de su asignación de fondos, ayudando a los hogares de bajos ingresos a comprar alimentos. Los programas de nutrición como SNAP, o “cupones de alimentos”, tienden a ver un mayor porcentaje de uso de la población total en las comunidades rurales que en las comunidades urbanas.
Los trabajadores agrícolas, un porcentaje significativo de la población de Fresno, se encuentran entre aquellos que a menudo padecen inseguridad alimentaria y no comen lo suficiente de los productos que ayudan a cultivar y cosechar. Cada año, aumentamos los subsidios a la agricultura corporativa para cultivar productos básicos que no alimentan a nuestros vecinos y, a su vez, cada año, Estados Unidos tiene más hambre.
En 2021, SNAP sirvió como un salvavidas, asegurando que 41 millones de personas de bajos ingresos, la mitad de las cuales eran niños, tuvieran comida en su mesa. Cada aumento de hogares que recurren a los programas de asistencia alimentaria significa que otras políticas que legislan nuestro sistema agrícola y alimentario no están abordando el problema del hambre y deben re-evaluarse.
¿Cómo afecta el cambio climático drástico a la Ley Agrícola?
Durante nuestra visita a las granjas, vimos de primera mano las dificultades que enfrentan Cheng y otros agricultores con la disponibilidad de agua dulce. A veces, la región experimenta lluvias extremas y derretimiento de la capa de nieve. Aún así, en otras temporadas, hay poca agua, lo que preocupa a los pequeños agricultores que no solo deben lidiar con la situación climática sino también competir con las granjas de almendras y pistachos más grandes que consumen agua.
Si bien la Ley Agrícola no legisla la calidad del agua para los derechos de agua de riego, tiene un impacto en el cambio climático. Las prácticas agrícolas industriales en los Estados Unidos contribuyen al 11% de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Y mientras que otras industrias han reducido las emisiones en los últimos años, las emisiones de la agricultura continúan creciendo, lo que provoca sequías, lluvias extremas, derretimiento de la capa de nieve y calor extremo, con lo que deben lidiar los agricultores del Valle Central. Solo en 2021, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica estimó que se perdieron $12.5 mil millones en tierras agrícolas debido a sequías, incendios forestales y otros desastres relacionados con el clima.
Estamos gastando una cantidad desproporcionada de dinero en responder a los desastres climáticos en lugar de mitigarlos mediante prácticas agrícolas respetuosas con el clima. El título de seguro de cosechas de la Ley Agrícola representa casi el 9 % del proyecto de ley, mientras que el título de conservación es solo el 6.8 % del proyecto de ley, y de eso, un porcentaje significativo de los fondos sigue apoyando las prácticas agrícolas que aumentan las emisiones de gases de efecto invernadero y reducen la calidad de los recursos naturales.
El cambio climático es un multiplicador del hambre, ya que pone en peligro la viabilidad de las tierras de cultivo, las cosechas de cultivos básicos y la cadena de suministro de alimentos. Cualquier política para acabar con el hambre o regular la agricultura en los Estados Unidos debe alinearse con nuestros objetivos para abordar el cambio climático.
Deberíamos aumentar los fondos para los agricultores, especialmente las granjas de pequeña escala, para operar de manera que aborden el cambio climático, como la agricultura regenerativa (una práctica agrícola indígena que defiende el cultivo holístico y rehabilitador de los recursos) que protege la calidad del aire y del suelo.
¿Cómo ejerce su participación en la Ley Agrícola?
No importa cuál sea su lugar en el sistema alimentario. Necesitamos pedir políticas para construir un sistema alimentario más justo desde el punto de vista económico, racial y ecológico. Solo así podremos construir justicia económica y ambiental al mismo tiempo que aumentamos el bienestar de nuestros barrios y fomentamos la soberanía alimentaria.
A pesar de su naturaleza bipartidista, la Ley Agrícola rara vez se legisla a tiempo, y la situación actual en Washington, D.C. retrasará aún más su reautorización hasta fin de año.
Todavía hay tiempo para que los miembros del Congreso escuchen de usted.